Fue Gabriel Fauré figura clave de la evolución musical francesa

Written by Redacción. Posted in Minuto a Minuto, Sociales

Published on mayo 11, 2015 with No Comments

gabriel-faureNotimex. Virtuoso pianista y uno de los autores más emblemáticos de finales del siglo XIX y principios del XX, el francés Gabriel Fauré es ya un clásico en el panorama musical mundial, donde destaca por su estilo sutil y misterioso, que no escatima en disonancias que aumentan la tensión en sus piezas.

Composiciones como “Pavane Op. 50”, “Réquiem” o “Sicilienne” evidencian lo anterior y quizá por ello son de las que más prevalecen en los repertorios orquestales del orbe, donde se aprecia su fineza y el equilibrio de sus composiciones, que lo convirtieron en figura clave de la evolución del arte musical galo.

Fauré nació hace 170 años, el 12 de mayo de 1845. Según sus biógrafos, fue criado por una institutriz y a los nueve años es enviado a estudiar a la “L´École Niedermeyer”, institución que formaba organistas de iglesia y directores de coro, y donde permaneció 11 años.

Discípulo de Camille Saint-Säens (1835-1921), Fauré aprendió de su maestro la música de sus contemporáneos, como Robert Schumann (1810-1856) o Franz Liszt (1811-1886).

Cuentan que en 1870 se enlistó en el Ejército y participó en los combates para edificar el Sitio de París durante la Guerra franco-prusiana.

Luego, hostigado por la Comuna de París, residió en Rambouillet, Suiza, donde comenzó a ejercer la docencia en la Escuela Nedermeyer.

De regreso a su ciudad natal, fue nombrado organista de la Iglesia de San Sulpicio, actividad que conjugó con la asistencia a los salones de Saint-Säens y de Pauline Viardot-García, lugar donde conoció a destacados músicos parisinos, con los que formó la Société Nationale de Musique.

Se dice que con problemas maritales a cuestas, vivió un periodo de depresión, que asumió como melancolía, antes de la década de 1890.

En 1896 su suerte parece mejorar al ser nombrado organista titular de la iglesia de La Madeleine, y ocupó el lugar de Jules Massenet como profesor de composición en el Conservatorio de París, del que fue director entre 1905 y 1920 que se retiró a causa de la sordera.

Como pedagogo tuvo entre sus alumnos a Maurice Ravel, Charles Koechlin, Florent Schmitt, Nadia Boulanger o el rumano George Enesco.

En 1920 recibió la Gran Cruz de la Legión de Honor y con ello empezó a tener una mejor condición económica, pues las penurias financieras lo acompañaron en gran parte de su formación, dado que sus composiciones le dieron pocas entradas financieras.

Entre las piezas que compuso Fauré destacan sus dos sonatas para violín y piano (1876 y 1917), sus dos cuartetos con piano (1879 y 1876), los Nocturnos para piano solo (1875-1921) y La bonne chanson (1894).

Además de su “Requiem”, interpretado de manera habitual hasta la actualidad.

En la poesía sobresalió con trabajos con “Pelléas et Mélisande” (1898), “Prométhée” (1900) y “Penélope” (1913).

Disminuido en salud, no abandonó sus tareas como profesor y siguió escuchando las nuevas propuestas musicales de sus jóvenes alumnos, en particular al ensamble de “Los Seis”, hasta que una neumonía acabó con su vida el 4 de noviembre de 1924.

Su funeral se realizó en la Iglesia de La Madeleine y su cuerpo fue cremado en Passy, París.

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