Notimex. Más de un millón de casos de dengue fueron notificados hasta finales de mayo en Brasil, país que enfrenta una epidemia del virus, con un aumento de casi el 150 por ciento de infecciones en apenas un año.
El ministerio de Salud informó al Senado que el número de casos hasta el 30 de mayo alcanzó el millón 21 mil, más del doble de los que fueron registrados en el país en todo 2014 (cuatro cientos 11 mil).
El número de muertes se situó hasta la fecha en 378, un aumento del 33 por ciento anual, pero las autoridades señalan que la propagación del virus, transmitido por un mosquito que se reproduce en agua estanca, está remitiendo.
El número de casos reportados en mayo fue un 68 por ciento menor que en abril, según el ministerio de Salud, lo que se explica por la llegada del invierno al hemisferio sur y la reducción de las lluvias.
Las cifras presentadas por el ministerio de Salud reflejan que la epidemia azota sobre todo el estado de Sao Paulo, donde en torno a la mitad de las infecciones transmitidas por el mosquito ‘Aedes aegypti’ fueron registradas.
Ante el avance de la enfermedad, y a la espera de que un laboratorio internacional ultime sus investigaciones para comercializar una vacuna en los próximos años, el país sudamericano recurrió a soluciones científicas e ingeniosas.
La Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz), que en Brasil se encarga de las investigaciones epidemiológicas, inició el año pasado un programa para producir mosquitos genéticamente modificados que contienen una bacteria llamada Wolbachia que anula la capacidad de los insectos de transmitir la enfermedad a los humanos.
Los mosquitos, que se producen en los laboratorios de la Fundación en Río de Janeiro, son liberados posteriormente por miles, con el objetivo de que, al reproducirse con otros que sí son transmisores, anulen la capacidad de las nuevas larvas de infectar a las personas.
En otras regiones, como en el Amazonas, los científicos brasileños experimentan desde 2009 con otras iniciativas, como la de crear criaderos de mosquitos transmisores con insecticidas que impiden que las larvas lleguen a la vida adulta.
La sustancia empleada (pyriproxyfen) es colocada en los depósitos de agua controlados por los científicos y, al posarse el mosquito para depositar sus huevos, se impide la proliferación de la especie en ese balde de agua.
Asimismo, el mosquito reproductor es impregnado en sus patas con la sustancia, que esparce el insecticida a otros depósitos de agua no controlados por los científicos, aumentando la eficacia de la técnica.
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