Notimex. Dolores Hidalgo es un destino turístico visitado por ser la Cuna de la Independencia Nacional, pero también lo es por albergar el museo y los restos del cantautor más representativo de la música tradicional mexicana que ha dado esta tierra, José Alfredo Jiménez.
En el número 13 de la calle Guanajuato, a unas cuadras del centro de esta ciudad, se ubica el Museo Casa de este gran artista.
Con una fachada de color rojo ladrillo y portón de madera verde bandera, el lugar abre sus puertas que dan vista al patio central e invita a conocer su legado, vida y obra.
El recinto, abierto al público el 6 de septiembre de 2008, recibe a sus visitantes en la primer sala con una pintura al oleo sobre tela elaborada por el muralista originario de Celaya, Octavio Ocampo, donde se muestra parte de la vida del maestro José Alfredo Jiménez Sandoval.
En ésta se esconden detalles a simple vista que pueden ser descubiertos si se observa detenidamente, como tres figuras del cantante; una de niño, otra de adulto en pie y una más de su rostro, también se aprecian el cerro del Cubilete, la parroquia de Nuestra Señora de Dolores y la Sierra de Santa Rosa.
En la pintura no podían faltar los mariachis, que aparecen con los rostros de grandes personalidades de la música mexicana como Rubén Fuentes, Pedro Vargas, Pedro Infante, Miguel Aceves Mejía, Jorge Negrete, Armando Manzanero, Chavela Vargas y Lola Beltrán, entre otros.
Posteriormente, las salas se encargan de introducir al visitante en la vida del cantautor para poder sentir la pasión que transmitía a través de sus letras; de igual forma, es inevitable no sentir orgullo de sus logros y su trascendencia como digno representante de la música ranchera.
José Alfredo Jiménez nació en esta casa un 19 de enero de 1926, hijo de Agustín Jiménez Aguilar y de Carmen Sandoval; tuvo tres hermanos Concepción, Víctor e Ignacio y habitó este lugar por seis años debido a que su padre murió y se tuvieron que mudar más tarde a la Ciudad de México, donde hizo gran parte de su vida.
Durante el recorrido por las ocho salas se observan fotografías en todas las etapas del cantante, objetos personales como un triciclo, su vestimenta, un sombrero de charro, cartas a su esposa, bocetos de canciones, premios y reconocimientos, se pueden ver videos y escuchar sus canciones.
Asimismo, se encuentran lonas que dan una amplia explicación de cómo fueron ocurriendo los hechos que vivió y sirvieron como fuente de su inspiración para escribir los temas que le valieron más de 25 años de carrera.
En entrevista con Notimex, José Guillermo Azanza Liera, sobrino-nieto de José Alfredo, señaló que el museo es visitado por personas de todas las edades de los cinco continentes del mundo, “vienen muchos de Colombia, Venezuela y Estados Unidos y la gente grande lo hace porque quiere recordar esas épocas que vivieron”.
Subrayó que no existe una cifra exacta de los visitantes, sin embargo “un estudio de la Universidad Autónoma Metropolitana indica que es la casa museo más visitada en el país, aunque no el lugar más grande”.
“La mayor afluencia de turistas se presenta en Semana Santa, en la temporada vacacional alta, como es el caso de los meses de agosto hasta diciembre. Afortunadamente hay un gran cariño de la gente a la figura de José Alfredo Jiménez”, indicó.
Mencionó que la gente va a encontrar una reseña biográfica en la que “se pueden apreciar sus inicios, que tenía varios caminos en la vida y el de la época de oro de la radio, del cine, la televisión, sus últimos días en la sala de sus mujeres, porque tuvo varias y también amigas, porque él decidió vivir así”.
El también director administrativo de este museo resaltó que las salas son interactivas y hay una especial, en donde se puede escuchar su música por género, tema, por estilo, si es huapango, bolero o ranchero.
“Cada quien tiene un tema consentido, a mi me encanta ‘Ella’; como dijo Chavela Vargas, creo que es una canción perfecta, ya que es redonda, de desamor impresionante y ‘Amanecí en tus Brazos’, es otra de mis preferidas”, expresó.
Como anécdota comentó: “mi tío era un hombre muy generoso, muy introspectivo e introvertido siempre pensando en sus cosas, pero se daba sus momentos para bromear con nosotros, para platicar, nos dedicó algún disco y jugó futbol con nosotros en la casa de mi padre ubicada en Zacatecas número 43”.
“Él siempre vino a Dolores Hidalgo, tenemos una canción inédita para mi papá y tenemos un disco para nosotros cuatro” y recordó también que durante una gira en California “nos llevó a un centro comercial, se puso en cuclillas y nos dice pidan lo que quieran, y los niños pues quieren juguetes, era un hombre muy sencillo”, dijo.
Añadió que contaba con once años al momento de que su tío fallece en la Ciudad de México el 23 de noviembre de 1973, “sus últimos días fueron muy penosos, sabía que tenía cirrosis hepática y quería descansar. Mi padre hace referencia a eso en la clínica Londres donde le dijo a alguna de las señoritas ‘ya no me haga transfusión déjeme, quiero descansar’”.
Justo en frente de este museo se ubica la escuela primaria Centenario, construida en 1921 con motivo de los 100 años de la consumación de la Independencia de México, y fue aquí donde él curso los primeros años de educación.
Al terminar el recorrido de la que fue su casa, es inevitable no querer visitar el lugar donde descansan sus restos desde hace más de 40 años. Es el Panteón Municipal de Dolores en el que se encuentra un hermoso y enorme mausoleo edificado en su honor.
No es mucha la distancia desde la entrada del panteón al lugar donde se ubica la obra llamada “Sarape y Sombrero”, elaborada con motivo del 25 aniversario luctuoso del cantautor por el arquitecto mexicano Javier Senosiain, esposo de la hija del intérprete, Paloma Jiménez Gálvez.
En el colorido sarape que simula la Sierra de Santa Rosa se encuentran los nombres de 57 canciones de un lado y del otro 62, lo que da un total de 119 temas como “La mano de Dios”, “La que se fue”, “Caballo Blanco” y “El rey”, escritos sobre los típicos azulejos elaborados en Dolores.
En el enorme sombrero café abrazado por el sarape, está una cruz con 113 círculos que simbolizan el número de la clínica donde él estuvo internado antes de morir en la Ciudad de México, debajo de éste se ve una garganta abierta que contiene un circulo azul con su nombre en manuscrita, las fechas de su nacimiento y muerte.
Justo encima de donde se encuentran los restos José Alfredo Jiménez y su madre se encuentra el epitafio “La vida no vale nada”, frase tomada de la canción “Camino de Guanajuato”, considerado el himno de los guanajuatenses.
Al respecto, Francisco Mateo Gutiérrez Panduro, subdirector de Desarrollo Económico municipal, expuso en entrevista que la tumba ha tenido varias remodelaciones, pero en 1998 se diseñó y construyó lo que puede ser apreciado en la actualidad.
“Está hecha con material que se fabrica aquí en Dolores como la cerámica y loseta, ya que contamos con más de 200 talleres de cerámica típica y eso le da un toque muy distintivo”, agregó.
Puntualizó que se creó por la cantidad de gente que viene a diario a admirar su belleza y visitar al ídolo del pueblo. Ya que desde temprana hora presenta la afluencia de personas que vienen de todos lados y, por supuesto, brindan y toman una copa a su salud.
“Sí se permite tomar aquí, el 22 de noviembre para amanecer 23 de cada año está es la cantina más grande de la ciudad y del mundo. Si tu eres bohemio y te gusta su música es tu lugar para recordar y vivir”, señaló.
“Tú estás aquí en el panteón y llega un grupo o mariachi y todos tienen que beber tequila, incluso hasta los que sepultan acaban contentos, más que venir a llorar se viene a celebrar porque el maestro nos dejó mucha de su presencia con sus canciones”, aseguró.
Enfatizó que desde hace seis años, el 23 de noviembre, se lleva a cabo el Festival Internacional José Alfredo Jiménez, que inicia con un recorrido del atrio de la iglesia de la Virgen de los Dolores y en el que participan 10 mil o 15 mil personas siguiendo al mariachi hasta este punto.
Concluyó que a la par de esta celebración se realiza un concurso de epitafios y los que han resultado ganadores han sido colocados, hasta el momento cinco, en el lado izquierdo que rodea la tumba, por lo que este 2015 se añadirá otro más.
José Alfredo le cantaba al amor, desamor, a la bebida, la parranda y por su puesto a su tierra Guanajuato, falleció a los 47 años víctima de una cirrosis hepática, pero su muerte dio pie a su legado que continúa haciendo vibrar a su público que lo recuerda con gran cariño y admiración.
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