Notimex. Científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) investigan e identifican los biomarcadores de la tuberculosis para crear un sistema de diagnóstico para esta enfermedad, que en 2013 causó la muerte a 1.5 millones de personas en el mundo, de acuerdo con cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La OMS estima que ese año nueve millones de personas contrajeron tuberculosis, de las cuales 1.1 millones eran pacientes con el Virus de Inmunodeficiencia Adquirida (VIH), lo que representa alrededor de 13 por ciento.
Y aunque la tasa de mortalidad disminuyó 45 por ciento entre 1990 y 2013, el organismo multinacional advirtió que es necesario acelerar los progresos para alcanzar la meta de la Alianza Alto a la Tuberculosis, la cual consiste en reducir este mal en 50 por ciento para 2015.
Ante este panorama, la investigadora del Centro de Física Aplicada en Tecnología Avanzada del Centro Académico Cultural campus Juriquilla de la UNAM, Luz María López Marín, indicó que el equipo que encabeza trabaja en un sistema reactivo que capture los anticuerpos que el paciente produce al ser infectado por el bacilo Mycobacterium tuberculosis, bacteria causante de la enfermedad.
La apuesta es que sea un sistema de diagnóstico eficaz y rápido, que utilice el oro coloidal para detectar los biomarcadores que están presentes cuando un paciente ya contrajo la bacteria, pues se estima que tres de cada siete personas pasan inadvertidas en las pruebas de diagnóstico hechas conforme al método estándar que se aplica en el mundo, expuso en entrevista con Notimex.
En la actualidad, a una persona sospechosa de tener tuberculosis se le toma una muestra de esputo, la cual se observa en el microscopio, detalló la especialista, quien dijo que como hay más micobacterias además de la que genera la tuberculosis, se requiere que la prueba se repita tres días.
A pesar de ello, este método depende de la sensibilidad del microscopista, quien puede o no detectar el bacilo, aseguró. Aunado a ello, los síntomas de la tuberculosis, como la tos y la disminución de peso pueden confundirse o pasar desapercibidos por la mayoría de las personas.
López Marín explicó que la tuberculosis es una enfermedad infecciosa trasmitida por vía aérea que data de hace miles de años, la cual no se ha podido erradicar y que cobró fuerza con la pandemia del VIH Sida a finales del siglo pasado.
Aunque se estima que uno de cada tres humanos tiene la infección, no todos desarrollan la enfermedad, pues el sistema inmunológico juega un papel importante en su contención, dijo.
Entre el cinco y 10 por ciento de las personas infectadas desarrollarán esta enfermedad crónica en la que la gente no muere rápido, ya que la bacteria se aloja en los pulmones por algún tiempo y debido a la inflamación provocada por la infección hay necrosis, por lo que los pacientes terminan con estos órganos muy destruidos, comentó.
López Marín explicó que un biomarcador “es una molécula que podemos buscar en el cuerpo humano, indica la presencia de una enfermedad o de cualquier proceso que se esté generando en el organismo, entonces, es posible saber qué está pasando con la búsqueda de estas sustancias”.
La científica dijo que en el laboratorio se enfocan en encontrar anticuerpos atraídos por moléculas anfipáticas, es decir, moléculas que por un lado son afines al agua y por el otro también lo son a las grasas, pues el bacilo Mycobacterium tuberculosis, “es uno de los organismos más grasosos en el mundo”.
“Nuestro objetivo es poner esa grasa antígena en un sistema práctico y amigable, que capture los anticuerpos específicos que produce el enfermo de tuberculosis”, de modo que un paciente sea diagnosticado, puntualizó.
La manera de hacer que funcione este sistema es recubriendo nanopartículas de oro con lípidos, ya que las partículas de oro son de diferente color dependiendo de su talla, de modo que si la partícula que tiene grasa captura anticuerpos esa molécula será más grande a nivel nanométrico, lo que hará que su color cambie y se torne más magenta, mencionó.
“Nos gustaría tener un sistema en donde a simple vista pudiéramos detectar el cambio de color, pero si no logramos, la idea es que sea por medio de lecturas en un colorímetro, que es un aparato que mide exactamente cómo es el color, así nosotros podríamos saber si la partícula cambia de talla, si ha capturado anticuerpos”, precisó la investigadora.
Dependiendo de los resultados de la investigación se determinará si será un método a simple vista o si requerirá desarrollar un sistema miniaturizado y colaborar con expertos en esa materia para hacer un sistema similar al de las muestras de embarazo.
“No pensamos que el paciente compre un sistema de diagnóstico caro, debido a que la tuberculosis está ligada a la pobreza”, pero los gobiernos sí podrían invertir en este sistema que es costoso pero factible de usarse, pues es a las autoridades a quienes les interesa que no haya una enfermedad infecciosa, sostuvo.
A la par, dijo, se explora otro sistema en el que “las grasas que capturarían los anticuerpos del paciente se depositarían en un polímero, los polímeros son de bajo costo, son como cualquier plástico pero hay polímeros y plásticos que conducen electricidad, entonces gracias a la conductividad del polímero se podría medir si se pegó el anticuerpo de manera electroquímica porque hay cambios de conductividad o de impedancia eléctrica”.
Y agregó que otros resultados de esta investigación, en la que también participa el nanotecnólogo, Pedro Salas Castillo, es que al ingresar los glucolípidos en células hacen que el sistema inmune no funcione tan bien, “por ejemplo los linfocitos, que son los que actúan en contra de las enfermedades, proliferan menos cuando están en presencia de estas grasas”.
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