Notimex. La presencia de la criminalidad organizada ha generado que las personas abandonen sus lugares de origen para desplazarse hacia otras zonas con el fin de alejarse del fenómeno delictivo, y el caso de Sinaloa ha sido simbólico, como también Durango o Chihuahua.
El reto en la materia es grande, porque no sabemos quién se mueve y hacia dónde va, dijo en entrevista el director general del Observatorio Nacional Ciudadano, Francisco Rivas, en el marco del “Foro sobre desplazamientos internos forzados en México”, que se realizó en las instalaciones del Instituto de Investigaciones José María Luis Mora.
Indicó que en estos momentos uno de los elementos que no se tiene adecuadamente en consideración con respecto a los desplazamientos forzados es que todavía no se sabe cuántos son y dónde están, y “si quisiéramos hacer un conteo para saber cuánta gente se ha desplazado, sería prácticamente imposible”.
Otro fenómeno que es fundamental y que no se puede considerar menor es el caso de las personas que se mantienen en esos lugares, “porque no se quedan en un ambiente favorable o cómodo, muchas de las personas que optan por quedarse desafortunadamente se quedan bajo un contexto extremadamente complejo.
En este caso, mencionó, las personas que no salen o no se desplazan quedan en una posición donde el sometimiento a la criminalidad organizada es obligado.
Señaló que estas personas “no es gente que se dedique al cultivo de la mariguana porque quiere o que se dedique al trasiego de la mariguana porque quiere, sino porque está obligada a ello”.
Rivas resaltó que el desplazamiento forzado “es el reflejo de cómo el Estado no ha logrado garantizarle los derechos mínimos a una persona para que pueda tomar decisiones sobre su vida”.
Por un lado, hay otras personas que pierden el arraigo hacia sus tierras, lo que genera pobreza o por lo menos dificultades económicas, porque en el momento que se mueven de su área de origen se genera un movimiento en términos económicos.
Sin embargo, los desplazamientos forzados no se deben sólo a temas de violencia, y un aspecto que también genera violencia es el subdesarrollo regional y la falta de oportunidades.
De esta forma, señaló, las dificultades económicas son también otra serie de efectos que de nuevo genera el ciclo de la pobreza y abren la puerta hacia la comisión de otros delitos, como la trata laboral, o la trata con fines sexuales o de mendicidad forzada.
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