Notimex. El Museo Thyssen-Bornemisza presentó hoy la primera exposición del pintor noruego Edvard Munch “Arquetipos”, que reune una selección de 80 obras del artista considerado uno de los padres del arte moderno junto a Cézanne, Van Gogh y Gauguin.
Comisariada por Paloma Alarcó y Jon-Ove Steinaug, la muestra pretende liberar a Munch de muchos de los estereotipos a los que se ha visto sometido a lo largo del tiempo.
La exposición tiene como objetivo mostrar al artista noruego y su obra no sólo como un símbolo universal de la angustia y la alienación del hombre moderno sino, sobre todo, como un creador esencial en la formulación de la sensibilidad artística contemporánea.
La muestra, que estará abierta al público hasta el 17 de enero del próximo año, centra la atención en los aspectos más desconocidos de su fuerza creadora y en su capacidad de sintetizar las obsesiones del hombre contemporáneo.
Munch nunca abandonó la figuración, pero sí rompió con el mundo visible y exploró la dimensión espiritual oculta de la realidad para, a través de un innovador lenguaje plástico que evolucionó desde el simbolismo hasta el expresionismo, inmortalizar plásticamente los temas más universales sobre la vida, el amor y la muerte.
El artista estuvo vinculado durante toda su vida a los ambientes literarios y artísticos de su época, y contribuyó con su obra al avance de la modernidad que se produjo en todos los ámbitos de la cultura a finales del siglo XIX.
Esto, junto a figuras destacadas como el dramaturgo noruego Henrik Ibsen, el escritor sueco August Strindberg o el filósofo alemán Friederich Nietzsche.
El arte de Munch surge de una peculiar mezcla de tradiciones artísticas, corrientes literarias progresistas y especulaciones esotéricas, sin olvidar los mitos de las tierras del norte, para crear toda una mitología de los tiempos modernos y con una firme actitud de experimentación.
Munch se valió de arquetipos, imágenes primigenias de comportamientos humanos y logró establecer múltiples relaciones entre los signos externos del mundo físico y la dimensión espiritual más oculta.
Obsesiones existenciales como el amor, el deseo, la ansiedad, los celos, la enfermedad o la muerte, y estados de ánimo como melancolía, soledad o sumisión, se muestran en su obra a través de la actitud corporal de los personajes.
Los personajes se ven paralizados en una especie de tensión estática en el momento preciso en que su gesto expresa el sentimiento que deben representar y determinan también la escenografía y el tratamiento espacial de la composición.
Las formas planas y sinuosas, el color simbólico, la deformación expresiva del cuerpo, o la utilización de texturas y técnicas experimentales del grabado, fueron igualmente elementos básicos de su vocabulario artístico.
Muchas de las 80 obras expuestas ahora en el Thyssen no se habían presentado en España, pero la muestra abarca toda la larga y prolífica carrera del artista noruego.
La mitad de los préstamos proceden del Museo Munch de Oslo y el resto pertenecen a otras prestigiosas instituciones de todo el mundo, como la Kunsthaus de Zúrich, el Kunstmuseum de Basilea, la Tate de Londres, el MoMA de Nueva York o la National Gallery de Washington.
Asimismo, a algunas colecciones internacionales, incluyendo la del Museo del Thyssen-Bornemisza, el único en España con obras de Munch, tanto en la colección permanente como en el depósito de la Colección Carmen Thyssen-Bornemysza.
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