Notimex. Bautizada por el emperador Adriano como la “Ciudad Eterna” que “perecerá sólo como la última urbe de los hombres”, Roma custodia las ruinas arqueológicas de un pasado glorioso y también algunos de los restos de elefantes y otros mamíferos prehistóricos más importantes de Europa.
Descubiertos en las últimas décadas, los vestigios se pueden ahora admirar en dos museos en la periferia de la ciudad: el de Casal dei Pazzi, abierto al público hace pocos meses y el de la Polledrara di Cercanibbio, que es considerado uno de los yacimientos de Elefante antiguo (Palaeoloxodon antiquus) más relevantes del Viejo Continente.
Ambos sitios se ubican en lo que fueron las orillas de ríos actualmente desaparecidos, en los que en un pasado lejano abrevaron elefantes, hipopótamos y rinocerontes y que también fueron territorio de caza de grupos de homínidos.
La presencia de esos restos ya era conocida en tiempos del imperio romano y según Francesco Prosperetti, superintendente arqueológico para el Coliseo, su descubrimiento pudo haber dado pie al mito de Polifemo, el cíclope hijo del dios Poseidón citado en la Odisea, el poema hépico griego atribuido a Homero.
“En época antigua los restos de grandes mamíferos que antes poblaron la zona, como el elefante, dieron origen al nacimiento de leyendas pues se creía que pertenecieron a gigantes y cíclopes”, dijo Prosperetti en un recorrido con los medios por la zona en ocasión de la Semana del Planeta Tierra (un evento anual organizado por el Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología) .
Pero es de época más reciente, de 1932, la fotografía que demostró que hace miles de años el territorio donde está ahora Roma fue habitado por grandes mamíferos.
En ese año el dictador fascista Benito Mussolini ordenó abatir la colina de la Velia para la realización de la Vía de los Foros Imperiales y durante los trabajos fueron descubiertos un cráneo y un colmillo de elefante.
“Los romanos antiguos ya sabían que antes otros habían habitado Roma. Svetonio (escritor romano de época imperial) refiere la pasión con la que el emperador Augusto recogía grandes huesos”, señaló Prosperetti.
Por su parte, la responsable del museo de Casal de Pazzi, Patrizia Gioia informó que el sitio paleontológico fue descubierto en 1981 durante los trabajos de urbanización del barrio de Rebibbia, hoy densamente poblado.
El primer resto hallado fue un gran colmillo de elefante, con lo que inició una investigación arqueológica que llevó al descubrimiento de dos mil restos de especies animales actualmente desaparecidas de Europa, como hipopótamos, rinocerontes o el uro.
La presencia humana es testimoniada por un fragmento de cráneo y por más de mil 500 artefactos en pedernal atribuidos al “Homo heidelbergensis”, una especie antecesora del Homo sapiens.
Según Gioia, el yacimiento tiene unos 200 mil años de antigüedad y está excepcionalmente bien conservado, además de que constituye el último ejemplo de una extraordinaria serie de depósitos plestiocénicos desaparecidos con el crecimiento de la urbe.
En marzo pasado el sitio fue abierto al público como el Museo de Casal de Pazzi, con visitas guiadas e itinerarios multimediales que permiten al visitante reconstruir como lucía la zona en el Pleistoceno.
Pero más impresionantes son aun los restos expuestos en el Museo de La Polledrara di Cercanibbio, con una antigüedad de unos 320 mil años y descubierto en 1984.
“Desde su descubrimiento las excavaciones continuaron hasta 2014. Emergieron 900 metros cuadrados de depósito de fósiles, con más de 10 mil restos, en especial de grandes mamíferos, entre ellos el buey primigenio y el elefante antiguo”, explicó Federica Marano, investigadora de la superintendecia especial para el Coliseo.
Dijo que un descubrimiento que hace excepcional al sitio es el de los restos de un elefante con marcas de haber sido objeto de prácticas de carnicería por los homínidos que entonces poblaban la zona.
Los vestigios ofrecen también una imagen de cómo era el territorio alrededor de lo que ahora es Roma hace 320 mil años.
“En la prehistoria el territorio romano estaba dominado por dos volcanes principales: al sur el Colli Albani y al norte el Sabatini, que influenciaban fuertemente el paisaje y la población de la zona”, explicó Marano.
El clima, precisó, era más caliente y había especies de grandes mamíferos actualmente desaparecidas.
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