Notimex. Sorprendido pero no decepcionado, el público del Auditorio Nacional gozó anoche de la primera de dos funciones de la cantata escénica “Carmina Burana”, a cargo de la Orquesta Internacional de las Artes, bajo la batuta invitada del estadounidense Kenneth Kiesler.
Tras poco más de seis meses de promover el espectáculo encabezado por Alondra de la Parra, quien es considerada una de las mejores directoras de orquesta de la actualidad, la mexicana tuvo que cancelar su participación por recomendación médica, debido a lo avanzado de su embarazo.
Aunque los organizadores habían hecho circular un boletín en el que anunciaban la presencia del mentor de Alondra, gran parte del público desconocía que la directora quedaba fuera de la escena.
De acuerdo con ORT de México I.A.P., institución que presentó la producción monumental en el Auditorio Nacional, De la Parra debe guardar reposo por el próximo nacimiento de su hijo.
El público intentó expresar su molestia ante el anuncio hecho en el recinto unos minutos antes de la función, en la que también participa la compañía Danza Contemporánea de Cuba, sin embargo, pronto se olvidó y comenzó a disfrutar del montaje, basado en el original de de Carl Orff (1895-1982).
“Carmina Burana” es una de las obras más populares del repertorio sinfónico coral universal, basada en cantos de los goliardos medievales que se encontraron en el Monasterio de Beuren, en Alemania, y aquí atrapó las miradas de los presentes.
En su retorno a este recinto, los cubanos presentaron un espectáculo dancístico en el que el cuerpo humano fue el instrumento principal para aplicar el panorama abigarrado de la vida medieval de los goliardos, con composiciones coreográficas que reflejaron la intención de los poemas cantados como hilo histórico conductor desde el Medievo hasta los convulsos siglos XX y XXI.
La coreografía se construyó con una serie de movimientos populares, citadinos, con los que se expresó el amor, desde el virtuosismo físico de los bailarines que enfatizan la perspectiva carnal, directa y mercenaria, en un mundo farandulero que con histrionismo hiperboliza extremos de vida.
Al final, los bailarines y el coro Enharmonia Vocals integrado por cerca de 80 voces, ofrecen un espectáculo que seduce, a partir de su belleza convulsa, con toques pasionales.
En la función también destacó la presencia del primer bailarín Rasta Thomas, del ballet Kirov, cuyas coreografías y pasos estuvieron hilvanados junto con los del resto de los bailarines que entregaron el alma por espacio de dos horas.
Destacaron también las voces de los solistas: la soprano Anabel de la Mora, el tenor Víctor Hernández y el barítono Josué Cerón, quienes aparecieron en diversos momentos de la pieza para dar vida a algunos de los poemas que integran dicha cantata.
La música de Carmina Burana en general habla del amor, del placer y el gozo que el amor renovado produce y la magnificencia de la composición que demanda excelentes ejecutantes.
Minutos antes del inicio de la obra, el Orquesta Internacional de las Artes ya había deleitado a los presentes con la bella y cautivadora pieza “Bolero”, del compositor Maurice Ravel.
Al final, los presentes despidieron con un fuerte aplauso y ovación a músicos, coristas y bailarines, quienes dejaron un buen sabor de boca en la primera de sus dos funciones programadas.
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