Mientras “Los Yunes” se destruyen, hay confusión total en el electorado veracruzano

Elecciones 2016.

Por: Carlos Muñoz.

Así como el caso de Puebla, las elecciones en Veracruz han sido una total guerra sucia, donde el ciudadano no tiene claras las propuestas de sus contendientes y donde los cambios parecen muy lejano conociendo todos los actos de corrupción de las administraciones de Rafael Moreno Valle Rosas y Javier Duarte de Ochoa.

A nivel nacional, desde Veracruz, al menos ya se oye el nombre de Cuitláhuac García Jiménez, un hombre que ha sabido callar bocas, siendo el candidato de Morena a la gubernatura, todo lo contrario al señor Abraham Quiroz Palacios. Es interesante el caso de García, ya que podría dar la sorpresa y ganar la contienda el próximo 7 de junio considerando el triple empate técnico en la punta de las preferencias electorales.

En el puerto de Veracruz urge un cambio y es que gobiernos priistas han destrozado al estado siendo un estado que dependía mucho de los intercambios petroleros así como el turismo, pero poco a poco se ido diluyendo. Dicho estado tiene muchas áreas donde obtener provecho, siendo Puebla el estado de tránsito.

Tan solo el Padrón Electoral del Estado de Veracruz es de 5.5 millones de electorales, por lo que el próximo ganador ganaría con poco más de 2 millones de sufragios, siendo 1 de las 3 elecciones más reñidas a nivel nacional.

Sin embargo, una confusión total se vive en todo el estado y es que las encuestas son un parámetro, pero no la decisión final para determinar quién será el gobernador muchas, donde muchos de estos instrumentos han sido mal elaborados, incluso, pagadas por actores políticos. Tan solo es para analizar el caso de Puebla, donde muy difícilmente Gali Fayad ganaría la elección con diferencia de más de 10 puntos sobre Blanca Alcalá Ruiz, candidata del PRI-PVEM-PES.

En el anecdotario del pueblo veracruzanos quedan los nombres de Agustín Acosta Lagunes, Fernando Gutiérrez Barrios, Patricio Chirinos Calero, Miguel Alemán Velasco, Fidel Herrera Beltrán y el tan mencionado y posiblemente peor gobernador en su historia, Javier Duarte de Ochoa.