Agencias. Es una vergüenza y una injusticia que el trabajo doméstico y la economía “del cuidado” de otras personas no sea reconocida como una actividad que debe ser remunerada, planteó la titular de la Secretaría del Trabajo de la Ciudad de México, Amalia García.
“Es lamentable que las trabajadoras asalariadas del hogar, en la Ley Federal del Trabajo se establezca que podrán descansar hasta 12 horas, ¿qué quiere decir esto?, que trabajan hasta 12 horas. Resulta sustancial que se les garantice su derecho a contar con aguinaldo, vacaciones, con seguridad social, porque este derecho a la seguridad social existe prácticamente en toda América Latina, con excepción de México y El Salvador. Es una vergüenza, si me permiten decirlo, aparte de una injusticia”, recriminó.
Al acudir a un foro temático organizado en el Senado de la República, la funcionaria también exigió que el Gobierno Federal ratifique el Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en materia de trabajo doméstico.
Recalcó que pese a la aportación económica de las trabajadoras asalariadas del hogar, es decir, quienes realizan trabajos domésticos, México es el último país en toda América Latina, en materia de reconocimiento a los derechos de quienes realizan esas labores.
“Hoy México es el último país en toda América Latina en la escala de reconocimiento de derechos de trabajadoras y trabajadores asalariados del hogar. Y se debe ratificar el Convenio 189, ¿quién tiene en sus manos esta posibilidad? El gobierno de la República, el Presidente de la República y la Secretaría de Gobernación tienen que dar los pasos para que se ratifique y turnar al Senado”, apuntó.
En ese marco, la directora del Instituto de las Mujeres de la Ciudad de México, Teresa Incháustegui, señaló que desde el punto de vista social y cultural, incluso económico y laboral, erróneamente se considera que la mujer debe tener participación en la vida nacional conforme a su “naturaleza”, que es la de cuidar a otros, atender el hogar y a los hijos, mientras el varón trabaja fuera para proveer de sustento económico a la familia.
Por ello, apuntó, el feminismo se centró en luchar por reconocer el papel social de las mujeres.
Añadió que la principal fuente de aportaciones al Producto Interno Bruto (PIB) nacional, con más del 21 por ciento, no proviene de sectores productivos, la industria ni el comercio, sino del valor que tiene el trabajo en el hogar.
Esto, aseveró la funcionaria, debería ser motivo suficiente para reconocer expresamente en la ley, los derechos de las mujeres trabajadoras del hogar a una remuneración y otras prestaciones como aguinaldo, vacaciones, seguridad social y una jornada similar a la del resto de los trabajadores.
A ello se debe sumar, planteó, igualdad en las obligaciones tanto en el hogar como en el trabajo remunerado, lo anterior, a partir de un nuevo “pacto de género” donde las condiciones de vida sean dignas por igual para quienes realizan labores productivas dentro y fuera de casa.
En su intervención, Paulina Grobet, especialista en Políticas de Igualdad de Género de ONU Mujeres, refirió que el trabajo doméstico es una de las dimensiones menos reconocidas de la contribución de las mujeres al desarrollo y sobrevivencia del hogar.
Expuso que a nivel América Latina, actualmente las naciones tienen el mayor número de mujeres con preparación académica y técnica, pero la esperanza de igualdad real es mucho menor que la deseada, por lo que sus posibilidades de obtener mejores empleos, mejores salarios, puestos directivos y tener una mayor participación en actividades económicas, políticas, sociales, educativas, productivas y de toda índole, son menores que las de los hombres.
ONU Mujeres ha calculado que actualmente se necesitarían hasta 80 años para lograr la igualdad de género en el trabajo; y más de 75 años para tener igual remuneración entre hombres y mujeres por el mismo trabajo realizado, enfatizó.
Manifestó que México tiene uno de los mejores sistemas de encuestas, censos y medición para generar información sobre las condiciones que viven las mujeres en el ámbito laboral, y paradójicamente, es una de las naciones con peores condiciones de desigualdad en esa materia.
Conforme a esas cifras, se estima que las mexicanas invierten dos o tres veces más de tiempo que los hombres en trabajos no remunerados; y aunque cada vez hay más mujeres trabajando, en el hogar eso no sucede.
Muestra de ello, radica en que las mujeres contribuyen con el 60 por ciento del trabajo remunerado y no remunerado; mientras que los hombres lo hacen con un 40 por ciento, aproximadamente, insistió.
Dijo que las mujeres de 12 años y más, triplican el valor registrado por el trabajo no remunerado en el hogar, pero los hombres duplican el valor generado por su trabajo en el mercado laboral.
Lo cual refleja que las tareas del hogar y de cuidado de los integrantes de la familia que lo requieren, como adultos mayores, niños y personas con discapacidad, se cargan a la mujer y no al hombre.
También se estima que las labores domésticas y de cuidado no remuneradas pueden equivaler a 42 mil pesos al año en las ciudades; a 50 mil pesos al año en el ámbito rural; y hasta casi 60 mil en el caso de las mujeres casadas. “Es abrumadora esta evidencia, porque las mujeres dedican entre dos y cinco veces más a realizar estos trabajos no remunerados”, recalcó.
A su vez, la senadora independiente Martha Tagle, subrayó que en el caso de las mujeres que trabajan, antes de regresar al hogar, debieron haber dejado a los hijos en la escuela, asistir a su trabajo y conseguir los insumos necesarios para brindar alimentación, vestido, salud e incluso entretenimiento al resto de los integrantes de la familia.
Señaló que de acuerdo a las estadísticas, la mujer dedica 32 por ciento de sus ingresos y tiempo a las actividades remuneradas, y el 65 por ciento al trabajo no remunerado.
Lamentó que solo el 0.1 por ciento de las personas que realizan trabajos remunerados en el hogar, tienen derecho a la seguridad social y eso se debe a que no se ha integrado al texto de la ley tal derecho.
Agregó que en el país existen 2.2 millones de personas que realizan trabajo doméstico remunerado, pero no se ha ratificado el convenio 189 de la OIT que reconocería formalmente dichas labores y por ende, derecho a la seguridad social.
La senadora Tagle subrayó que precisamente por ese motivo, pues implicaría más obligaciones para el Estado en materia de seguridad social, que el gobierno mexicano se ha negado a ratificar el instrumento internacional señalado.
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