Redacción. Es la hora mágica en Río de Janeiro para Pedro. El sol se desliza por debajo del horizonte, vaciando las playas y llenando las calles cercanas.
La mayoría de los que deambulan son turistas regresando a sus hoteles. Son los principales objetivos de Pedro.
“Más o menos a las 5 pm es cuando hay más movimiento, es más fácil robar… una, dos… tres veces, incluso más”, nos dice en su pequeña casa en una de las más infames favelas de la ciudad.
Pedro no es su verdadero nombre, pero sus experiencias son parte de la realidad que los turistas enfrentan.
Finales del mes, época de bonanza
Pedro mira los últimos modelos: un iPhone 6 le garantiza la mitad de su precio de venta. ¿Y el trabajo de un buen día? “Alrededor de cinco teléfonos. Eso es un buen día. Al final del mes, cuando la gente recibe su paga, es cuando las personas compran y son más descuidadas con lo que tienen”.
Prefiere trabajar con otros ladrones: uno puede toparse con su víctima, mientras que los otros roban. Muestra la técnica con mi teléfono y bolsillo: con una mano empuja hábilmente el teléfono hacia arriba, mientras que con la otra lo agarra de la parte superior del bolsillo.
La joyería se paga mejor, pero hay más riesgo de que se informe a la policía, dice. La gente rara vez denuncia el robo de un teléfono.
Armas
Es raro, dice, que utilice un arma para amenazar a sus víctimas, pero cuando una es necesaria, tiene que conseguirla con un jefe del crimen local, y luego devolverla bajo pena de muerte.
No recuerda su primer robo de teléfono, pero dice que todo ocurrió por la pobreza y la necesidad. “Empecé por necesidad”.
Le pregunto si él se preocupa por arruinar las vacaciones de la gente o robar sus recuerdos más preciados o mensajes.
“Realmente no pienso en eso porque si lo hiciera… nadie lo haría”, dice. “Pero cuando llega el momento de ir a robar, siempre se piensa que se trata de personas que tienen más dinero que los que están aquí (en la favela)”.
Comercio inteligente
El centro de Río está lleno de ladrones potenciales.
El comercio de móviles es muy común. Pedro nos explica cómo, tan solo 30 minutos después del robo, es capaz de limpiar el teléfono.
Nos muestra un mercado local de electrónica, lleno de vendedores ambulantes de teléfonos Samsung o iPhone en la esquina de la calle, donde dice que cualquier teléfono puede ser reseteado en cuestión de minutos.
De hecho, cuando fuimos a ese mercado, un comerciante afirmó que podía restablecer el teléfono sin necesidad de la contraseña o ID de Apple.
Pedro paga por este servicio y luego otros revendedores le ofrecen el mejor precio.
Da algunos consejos sobre cómo no convertirse en su víctima: mantener un ojo en su teléfono cuando se contesta en la calle y siempre estar alerta cuando se está utilizando. Mantenerlo en su bolsillo delantero.
Dice que prefiere acercarse a las víctimas por la espalda.
(Con información de CNN)
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