Redacción. Desde la época prehispánica y hasta nuestros días, la semilla del amaranto ha sido uno de los alimentos que ha dado identidad a México, en particular al pueblo de Santiago Tulyehualco.
En reconocimiento a dicho cultivo y tradición, durante la clausura de la tercera Fiesta de las Culturas Indígenas, Pueblos y Barrios Originarios que se realizó en el Zócalo capitalino, se hizo la formal declaratoria como patrimonio cultura intangible de la Ciudad de México a laAlegría de Tulyehulaco
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El titular de la Secretaría de Cultura, Eduardo Vázquez Martín, destacó que lo que se declara patrimonio cultural intangible no sólo es la semilla, sino toda la cultura y la memoria histórica que está detrás de su cultivo. Todos los saberes que se conservan para haber trasformado el amaranto en un dulce exquisito
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Si la declaratoria se ha hecho, es porque el propio pueblo de Tuyehualco la propuso, reconoció el funcionario.
Durante el acto estuvieron presentes Diego Prieto Hernández, director del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Avelino Méndez Rangel, delegado de Xochimilco y Adriana Fabiola Poblano, presidenta del Consejo de Pueblos y Barrios originarios de la Ciudad de México, quien junto con Anastasio Aguilar y Jacinta Ramírez, representantes indígenas, exigió que en la Constitución de la Ciudad de México queden garantizados los derechos colectivos de los pueblos orginarios, así como la redacción de una ley específica que reconozca la diversidad de la capital del país, de modo que dejemos de ser entidades de interés público para convertirnos en sujetos de derecho
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Ambos representantes se pronunciaron por “una educación con pertinencia cultural y desde las comunidades, dado que la llamada reforma educativa impulsada por el gobierno federal no reconoce los saberes de las comunidades indígenas.
Hacemos un llamado a la revisión de una reforma que divide y confronta a la sociedad nacional y exigimos una educación basada en nuestras costumbres y prácticas comunitarias.
Asimismo, destacaron que a los pueblos originarios siempre se les ha definido por sus carencias; es hora de que se nos defina por lo que sí tenemos y sí somos
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La fiesta, expresaron, es coadyuvante para la visibilización de la presencia indígena, que tiene como uno de los objetivos erradicar la discriminación que todavía existe en esta ciudad y en el país, los cuales son una realidad que no se puede negar ni postergar: somos la base y la vitalidad de la riqueza cultural y biológica que se debe mirar, escuchar, compartir y vivir
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De acuerdo con las cifras oficiales, durante la tercera Fiesta de las Culturas Indígenas, Pueblos y Barrios Originarios, en el Zócalo capitalino se recibió a 450 mil 323 visitantes; hubo 671 expositores, más de 400 actividades, entre charlas, talleres, conferencias, presentaciones de libros y muestras gastronómicas. Tuvo como país invitado a Ecuador, como región la Huasteca y como pueblo originario San Pedro Tláhuac.
(Con información de La Jornada)
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