Muy Interesante.- Este trastorno alimentario puede tener consecuencias físicas y psicológicas graves para las personas que lo sufren. Eva Carnero nos cuenta en qué consiste.
Seguir una alimentación sana y equilibrada debe ser una prioridad para todos, y se trata de un excelente hábito que merece todos los elogios. Sin embargo, en los últimos años se está detectando un trastorno de la conducta basado en la obsesión por la alimentación sana y que se oculta tras el disfraz de “un estilo de vida saludable”. Su nombre es ortorexia.
Las personas que la padecen dedican horas a planificar un menú en el que solo caben alimentos naturales, sin conservantes, sin azúcares ni un ápice de grasa, y no les importa que, por renunciar a tomar alimentos con un exceso de calorías, se caigan de su cesta de la compra productos fundamentales para la salud.
Por ejemplo, está de moda prescindir de los que incluyen gluten, algo que solo deberían hacer los intolerantes a estas proteínas, porque, entre otros nutrientes, aporta vitaminas del grupo B y minerales como el calcio, el hierro y el zinc, imprescindibles para nuestro organismo.
A pesar de que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 28% de la población de los países occidentales muestra indicios de sufrir ortorexia, esta institución no la reconoce como una enfermedad. Lo cual no es óbice para ignorar ni su existencia ni las consecuencias físicas y mentales que acarrea.
La directora técnica de la clínica Alimmenta de Barcelona, Juana María González, explica que “los trastornos de la conducta alimentaria suelen ser progresivos. En las personas ortoréxicas observamos cómo van eliminando los dulces, después los productos procesados y, más adelante, los hidratos, las legumbres, las carnes y los vegetales no ecológicos. Cada vez se vuelven más exigentes y la variedad de alimentos de sus menús se va reduciendo hasta tal punto que, en ocasiones extremas, puede llegarse a la desnutrición”, subraya.
Además, esta obsesión por la comida puede llevar a la persona que la padece incluso a apartarse de su entorno social porque se siente culpable cuando, por ejemplo en reuniones sociales, transgrede la dieta que se ha autoimpuesto. Presentan signos de irritabilidad, tristeza y ansiedad, y aparecen en ellos cambios de humor o cognitivos, como pérdida de concentración y de memoria.
No hay que perder de vista que la ortorexia es un problema psicológico equiparable a la anorexia o la bulimia, males con los que mantiene una estrecha relación.
Entre los rasgos que, en general, se atribuyen al perfil psicológico de una persona ortoréxica, encontramos que se trata de “un individuo con una elevada necesidad de control, víctima de un perfeccionismo excesivo, con alto nivel de ansiedad y con tendencia a ser muy normativo y puntilloso”, explica José Manuel Arcega, psiquiatra del Instituto de Trastornos Alimentarios (ITA) de Barcelona.
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