AP. Edgar Serralde Galicia vive en una zona de Ciudad de México conocida por el agua: Xochimilco, donde los pintorescos canales riegan cultivos en islas artificiales y sirven de vías de transporte desde los días de los aztecas.
Pero como aproximadamente un millón de los vecinos de la ciudad, Serralde no está conectado al sistema de agua de la ciudad. La mayoría depende de camiones cisterna que recorren los barrios más humildes de la ciudad, pero él probó a recoger agua y almacenarla en barriles oxidados. Cuando no llovía, su familia tenía que ir a casa de sus padres para lavarse.
“Cuando no hay agua, pues me siento una persona inservible porque me siento por un momento, que no puedo sacarnos adelante”, dijo Serralde, que cultiva lechugas y vive con su esposa y sus dos hijos. “La verdad es que sufrimos bastante porque venimos de familia humilde”.
Todo eso cambió cuando instaló un sistema más avanzado de recogida de agua de lluvia que puede almacenar seis veces más agua que en sus barriles. Estos sistemas, señala, podrían ser una solución que cambiaría vidas en una megalópolis donde llueve mucho pero que sufre desabastecimiento de agua.
Serralde comenzó a recoger agua cuando construyó su casa de una habitación con un tejado inclinado, confiando en poder aprovechar las 47 pulgadas anuales de agua que caen de media sobre Xochimilco, un barrio con canales similar a Venecia al que acuden los turistas para subir a botes de remo llamados trajineras.
Después, con la ayuda de una organización mexicana sin fines de lucro, Isla Urbana, Serralde pudo aprovechar la construcción de su tejado para recoger y almacenar mucha más agua de la que había imaginado nunca. Su nuevo sistema recoge, filtra y almacena agua en una cisterna de 5 mil litros. Para los que no tienen un tejado inclinado, Isla Urbana dice que el colector de lluvia puede instalarse en parte o todo el tejado. El agua atraviesa dos filtros, se eliminan los sedimentos y sale apta para beber.
Serralde pagó menos del 20 por ciento del coste total del sistema y la organización pagó la mayoría a través de fondos del gobierno y donaciones privadas. Sin esa asistencia, probablemente no habría podido conseguir los 900 dólares necesarios para instalar el sistema.
Isla Urbana instaló su primer sistema en 2009 y desde entonces ha instalado unos 2 mil 600 en México. En un año pueden recogerse unos 15 mil galones (56 mil 700 litros) de agua de lluvia en un único sistema instalado en un tejado de 80 metros cuadrados (861 pies cuadrados).
Jennifer White, directora de relaciones comunitarias en Isla Urbana, ve de primera mano cómo afecta a las vidas la escasez de agua. Recordó a una mujer que recibió el sistema de recogida y estaba al borde de las lágrimas, hablando de lo feliz que estaba de poder lavar las sábanas y las cortinas además de bañarse a diario.
“Eso definitivamente me mantiene en marcha”, dijo White. “Es muy gratificante ver a las familias y cómo han cambiado sus vidas con los sistemas”.
Serralde utiliza el agua recolectada para lavarse tras lo que suelen ser jornadas de 12 horas en su huerta de lechugas en las chinampas, o islas artificiales de Xochimilco. Gana unos 16 centavos de dólar por cada lechuga que vende en las cuatro cosechas del año, lo que supone unos ingresos de poco más de 6.500 dólares antes de pagar a jornaleros contratados o de llenar el depósito de combustible de la máquina para arar.
Cada vez que llueve y se llena su depósito, dice que se acuerda del pasado.
“La necesidad te hace que realmente trabaje la imaginación de mente”, comentó, recordando sus primeros esfuerzos por conseguir agua para su familia.
Ciudad de México depende del sistema Cutzamala para el 30 por ciento de sus necesidades de agua, pero desde su construcción en la década de 1970 se han producido filtraciones. En torno al 40 por ciento del agua se pierde a lo largo de 75 millas de tuberías antes de llegar a la ciudad. El 70por ciento restante de agua que consume la ciudad procede de acuíferos, pero el profesor Luis Zambrano señaló que se están agotando.
“Estamos sobreexplotando el acuífero al 100 por ciento”, dijo Zambrano, experto en ecología de la conservación de la Universidad Autónoma Metropolitana de México. “Así que en algún momento no tendremos más… algunas personas dicen que será en 40 años. Tendremos un gran problema”.
Los que instalen un sistema de recogida de agua podrán aprovechar lo que ofrece la naturaleza entre cinco y ocho meses de temporada de lluvias, si no más.
White señaló que suele oír quejas de los vecinos que no están conectadas al servicio de aguas de la ciudad sobre cómo la gente en barrios acomodados puede lavar sus autos y regar sus jardines de forma habitual.
Refiriéndose a gente que ha instalado los colectores de agua, White señaló que “comprenden que el agua que hay en la ciudad es toda el agua que hay para todos los que viven aquí, unos 20 millones de personas. Han crecido toda su vida con esta creencia de que el agua es oro, y no van a abandonarla tan fácilmente o tirara por el retrete”.
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