Un inesperado “Rincón Colombiano” en Berlín

Written by Redacción. Posted in Minuto a Minuto, Sociales

Published on enero 20, 2017 with No Comments

comida-colombianaNotimex.- Para hacer realidad un sueño, lo único que se necesita es empezar a realizarlo. No es una frase trillada, es lo que hizo Roberto Sánchez, quien creó “El Rincón Colombiano“, un pedacito de ese país sudamericano en Berlín.

Roberto Sánchez decoró y adornó profusamente su pequeña vivienda en la capital alemana con todo lo que es típico en Colombia. A sus visitantes ofrece platillos típicos colombianos, ya que era profesor de cocina en su país en el Servicio Nacional de Aprendizaje. Incluso validó su título en Alemania. “Aquí lo aceptaron”, dijo.

Todos los ingredientes son auténticamente colombianos porque se los compra al principal importador en Berlín de productos alimenticios procedentes de Colombia.

“Hasta la gaseosa es colombiana”, apuntó refiriéndose al refresco y al agua mineral que puso sobre la mesa para acompañar las empanadas típicas, que sirve calientitas y acabadas de hacer.

“Soy graduado en Administración Hotelera, técnico en alimentos y bebidas y chef de cocina”. Justamente la comida típica es el otro gran encanto y atractivo que ejerce el “Rincón” para atraer visitantes.

Roberto solo recibe a gente cuando hacen previamente cita telefónica y le dicen que es lo que quieren ordenar para comer. El “Rincón” se ubica en una casa de departamentos en Berlín. Es un departamento pequeño. Nada por fuera delata lo que hay detrás de la puerta.

Los visitantes llegan puntuales y tocan el timbre; cuando Roberto abre, entran a otra realidad. La previa reservación es muy importante porque el lugar es muy pequeño y porque todo lo organiza previamente en la cocina para guisar con prontitud.

Además toca a sus visitas un instrumento típico colombiano parecido a una guitarra y enseña orgulloso los objetos que adornan la vivienda.

La idea de crear en la capital alemana un Rincón Colombiano “es ver a los compatriotas y unificarlos con los sabores, las costumbres y las tradiciones colombianas. Muchas familias llegan acá, con sus hijos y les muestran los juguetes típicos que usaban en su infancia”.

Contó que muchos niños de padre o madre colombiano han crecido en Alemania y desconocen las tradiciones y objetos típicos del país sudamericano. “Aquí ven mapas del país, instrumentos musicales, los libres de texto con los que sus padres aprendieron Aritmética. Encuentran aquí una especie de museíto chiquito”, comentó.

Aquí se apagan los celulares, nadie está chateando y se colocan durante la visita en una canastita de mimbre. Los recolecta en cuanto uno llega. “Uno va hoy en día a un cumpleaños y ve con tristeza que la gente está chateando. Lo primero que hago es decomisar los celulares”.

“Los visitantes, cuando vienen acá y les pido el celular, se desconciertan, pero enseguida entienden que la idea es ponerlos en contacto con esta realidad, porque cuando uno viene aquí, llega a otro país, se llega a Colombia”.

También van alemanes al “Rincón Colombiano”, llevados por sus cónyuges colombianos “y se fascinan. Al principio un poco recelosos porque es otra cultura, pero una vez que ya vino un alemán, traen a otros alemanes”.

Reconoce que es mucho el amor y las ganas de tener en Berlín a su país, pero la embajada colombiana en Alemania no apoya ni participa de este esfuerzo. Saben de su existencia, van a comer de gastronomía nacional, pero, según Roberto, a las embajadas solo les interesa el nivel político.

Además, contribuye con dinero para que un grupo de danza de muchachas colombianas participe con sus trajes y música tradicionales en el “Colombia Carnaval”, que tiene lugar cada año en Berlín en una zona de la ciudad.

La otra razón que lo impulsó fue su edad. Tiene 62 años “y después de determinada edad ya nadie se interesa en uno. De esta manera, la edad no importa”.

Entonces decidió convertir sus pasiones -mostrar en Berlín lo típico de la cultura popular colombiana y ofrecer la cocina tradicional que comen todos los días los colombianos en su país- en una realidad. “Esto no es un trabajo, no me cansa, es mi hobby”.

Cuando la gente se despide, deja un donativo. Afuera está nevando y el día es gris. Eso resalta cuando uno acaba de dejar un lugar donde brilla la alegría colombiana.

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