Notimex.- La adolescencia es la etapa de ajuste psicosocial del niño en su tránsito a convertirse en adulto, y muchas veces las decisiones que toman los jóvenes traen consecuencias que no son las más adecuadas para su edad, como la maternidad.
Los cambios biológicos durante ese periodo de transición, comprendida entre 10 y 19 años de edad, adquieren un significado especial para la vida y la sexualidad de los jóvenes, debido a que representan la nueva realidad que han de vivir como adultos, tanto en un aspecto físico como psicológico y social.
Biológicamente el adolescente es prácticamente un adulto, tiene la capacidad para reproducirse y puede pensar como tal; sin embargo, socialmente no es un niño, pero tampoco tiene un lugar en el mundo de los mayores.
La resolución de la adolescencia se da cuando el joven ha logrado definir una manera de pensar, sentir y actuar más o menos estable que le permite autonomía personal y adaptación social.
En esta nueva realidad los sueños y las fantasías son diferentes, pues los adolescentes cambian su percepción del “príncipe azul” y la “princesa encantada”.
Además, se enfrentan a situaciones que pueden representar serios riesgos para su integridad personal, entre ellas tener relaciones sexuales sin protección, lo que puede ocasionar embarazos no planeados y enfermedades de transmisión sexual.
A pesar de los avances logrados en salud sexual y reproductiva, y de las campañas sobre este tema, aún es elevado el número de embarazos no planeados que ocurren en la población adolescente, lo que representa un desafío para el Estado mexicano.
En México viven 22.4 millones de jóvenes que tienen entre 10 y 19 años de edad, y el embarazo en este rango se ha convertido en un problema poblacional que amplía las brechas sociales y de género.
Datos de la última encuesta demográfica disponible (2009) advierten que en el rango etario de 15 a 19 años, la edad promedio del inicio de la vida sexual en las mujeres es de 15.9 años.
A nivel nacional, la proporción de población de 12 a 19 años de edad que ha iniciado su vida sexual pasó de 15 por ciento en 2006 a 23 por ciento en 2012, y como consecuencia, también el porcentaje de nacimientos en madres adolescentes creció de 15.6 a 18.7 por ciento entre 2003 y 2012.
La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) refiere que las principales brechas en la fecundidad adolescente se dan según grado de escolaridad, condición de habla de lengua indígena y tamaño de la localidad de residencia.
Por ello, disminuir la incidencia de este problema que limita en forma significativa el desarrollo de los adolescentes en México hace necesario reforzar la estrategia que oriente todos los esfuerzos gubernamentales, en un marco de respeto a los derechos humanos y a la normatividad nacional e internacional, señala el gobierno de la República.
A través de la Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo en Adolescentes, el gobierno mexicano lleva a cabo acciones basadas en proyecto de vida, educación y salud de los adolescentes, pero sobre todo de respeto a sus derechos humanos, libertad y desarrollo como personas.
Entre estas medidas destacan: educación integral en sexualidad en las escuelas, servicios de salud y clínicas, insumos adecuados y eficaces de anticoncepción entre adolescentes, intervenciones directas en medios de comunicación y políticas sociales para la retención escolar y para la inserción laboral.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), a nivel internacional unos 16 millones de adolescentes de 15 a 19 años y aproximadamente un millón de menores de 15 años dan a luz cada año, la mayoría en países de ingresos bajos y medianos.
Además, en algunos países en desarrollo, los registros hospitalarios indican que entre 38 y 68 por ciento de las personas tratadas por complicaciones ocasionadas por un aborto son adolescentes.
Asimismo, estima que los casamientos en edad temprana están disminuyendo; sin embargo, 100 millones de niñas se casarán antes de los 18 años a lo largo de los próximos 10 años, lo que representa un tercio de las adolescentes de los países en desarrollo.
En síntesis, advierte que el embarazo en la adolescencia es considerado de alto riesgo debido a las repercusiones que tiene sobre la salud de la madre y el bebé, además de las secuelas psicosociales, particularmente sobre el proyecto de vida de los jóvenes.
Dar respuesta a ¿cómo satisfacer las diversas necesidades de los/las adolescentes? es un problema que enfrentan padres, prestadores de servicios, educadores y sociedad en general, afirma la OMS.
La adolescencia debe ser, indica, un tiempo para desarrollar conocimientos y habilidades, aprender a manejar las emociones y las relaciones, así como adquirir los atributos para disfrutar de esta etapa y, en un futuro muy cercano y sólo hasta entonces, asumir roles de adultos.
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