Notimex. Los diversos análisis en torno a la pieza “La propuesta”, diamante creado con parte de las cenizas del arquitecto mexicano Luis Barragán (1902-1988), continuaron anoche durante la mesa “Perspectivas éticas, filosóficas y religiosas”, que se realizó este jueves en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC).
Como parte de las actividades alternas a la exposición “Una carta siempre llega a su destino”, de la artista Jill Magid, el director del Centro de Experimentación y Pensamiento Crítico de la Universidad Iberoamericana, Juan Carlos Henríquez; el director de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Jorge Linares, y el rabino Elisha Cofman, compartieron sus puntos de vista sobre el tema.
El sacerdote jesuita Juan Carlos Henríquez dijo no ver “ninguna contradicción ética, algo que pudiera sonar una profanación a sacrilegio, algo que me genere algún problema desde mi ser católico y cristiano, no va por ahí’.
Consideró que más que hablar de una sacralización, el tema es una “resacralización y no una profanación, pues había existido el traslado (de las cenizas) de un camposanto a una capilla, a una rotonda y de la rotonda a intentar que sea el espacio museístico, donde se le da nombre y rescate a la figura y persona de un artista del siglo XX”.
“Lo que puedo decir es que en los evangelios cuando se habla de los muertos, se habla siempre revitalizándolos, dejen que los muertos entierren a sus muertos y ocúpate de los vivos. Entretenerse con los muertos lleva a posiciones del sepulcro blanqueado”, expresó el también doctor en sociología por el Boston College, quien pugnó porque se custodie no lo muerto del artista, sino lo vivo, como su obra, su legado y sus piezas.
Para el director de la Facultad de Filosofía y Letras, Jorge Linares, la polémica sobre las cenizas de Barragán, obedece más a un tema de ritualidad, “los humanos siempre han ritualizado la muerte, porque la muerte nos duele a los vivos, no a los muertos y la muerte deja vacíos, es la traza de nuestra existencia, una especie de herida sangrante que nos duele.
“Lo que buscan los humanos tiene que ver con la tradición de diferentes expresiones religiosas dentro de la humanidad, de tratar una esperanza aquello que queda después de la muerte; desde otro punto de vista, hay un sinfín de métodos de ritualización para memorar, guardar en la memoria, una memoria viva esa ausencia presente en los muertos”, dijo.
Subrayó que, desde el punto de vista bioético, no hay nada que discutir, toda vez que las cenizas ya no son restos biológicos. “No están vivas y no hay problema tratable. Los muertos cuando son cadáveres, hay disposiciones que son higiénicas y de salud, por eso conviene enterrarlas o separarlas de manera adecuada y lo mejor es la cremación, algo que es obligatorio cuando hay epidemias, y lo que queda son restos mortuorios, las trazas materiales de lo que fue la persona”.
“Las personas no están en los restos, no están los huesos, en las cenizas, las personas que murieron están en nuestras mentes y en nuestra memoria (…) lo que queda de una persona es la imagen y desde que existe la fotografía hay un enorme poder de la imagen, porque sabemos que fue tomada de ese cuerpo vivo”, destacó Linares.
Por todo lo anterior, aseguró que de los muertos queda su imagen, obra, legado y pensamiento; los restos físicos de los muertos que son obras o diseños, en el caso de un arquitecto, se debe preservar. “En el caso de las ritualizaciones se busca preservar la memoria y hacer una representación e imagen de los muertos y el anillo de Barragán sería una imagen más que queda en nuestras mentes, el recuerdo de esa persona”.
En su oportunidad, el rabino Elisha Cofman ofreció un panorama desde el punto de vista de la Ley Judía y aseguró que el cuerpo humano tiene santidad. “No solo es sagrado cuando está vivo, sino también cuando está muerto, el cadáver de una persona posee en sí mismo cierta santidad y por lo tanto hay dos leyes pertinentes: tratarlo con cuidado y respeto, lo que significa dejarlo tal como está, y la segunda, se prohíbe tener beneficio personal de ese cuerpo”, destacó.
En este sentido, Cofman subrayó que si bien la artista Magid no va iba lucrar con el diamante, si obtuvo beneficio con la serie de exposiciones y publicidad que se ha realizado al respecto. “Desde el punto de vista del judaísmo, el cuerpo posee santidad y aunque poder ser transformado en cenizas conserva su santidad”.
“No puedo tomar un cuerpo de alguien e intercambiarlo por otra cosa; que los legalistas discutan hasta qué punto es cuerpo, pero para la artista si lo era, para el judaísmo sigue teniendo las mismas leyes que un cuerpo”, dijo.
Consideró que Jill Magid no debió crear un diamante con parte de las cenizas de Luis Barragán, “ahora que ya se tiene la obra lo ideal sería regresarlo a la urna, pues el beneficio mediático ya se obtuvo. Incluso se ganaría doble si se regresa, se gana también en dignidad”, dijo el rabino quien recomendó a la artista no crear otro anillo, “no lo hagas, déjalo tal como está para preservar su santidad’.
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