Redacción. Permite un “ultimo ciclo reproductivo” que implica el trastocamiento de la estructura de atención de los animales. Limitar su reproducción afecta su desempeño social; se volverían agresivos entre ellos y luego con los humanos que los atienden
La gran paradoja de la iniciativa antidelfinarios del Partido Verde Ecologista consiste en que, al promover un “último ciclo reproductivo” para los 300 animales que están en los hábitats mexicanos, se violenta la estructura de vida de los mamíferos marinos y se provoca una situación importante de maltrato animal, cuando los argumentos políticos del PVEM afirman que desean contener el maltrato.
Tomás Capote, que lleva treinta años trabajando con delifines y que hoy es el director de Programas de Reproducción de Delphinus, delfinario con sede en Cancún, afirma que la atención a los mamíferos marinos en cautiverio es integral y que el factor reproducción no se puede analizar por separado de los otros elementos que construyen un entorno de bienestar para los animales.
“La prioridad es asegurar el bienestar de los animales, ya sean los 86 que viven en este delfinario o los 300 que están en todo el territorio mexicano. Ese bienestar está sustentado en cuatro pilares imprescindibles: la nutrición, la gestión del comportamiento, el ambiente y el sistema de salud. Si esos cuatro elementos están bien desarrollados, podemos afirmar que los animales gozan de bienestar”.
Explica Capote que todas las especies de seres vivos miran, antes que nada, por su conservación y permanencia y ello implica hablar de reproducción, porque la falla de alguno de estos cuatro pilares afectaría necesariamente los ciclos reproductivos de los delfines. “Si hay maltrato, si hay estrés, si hay malnutrición o si los programas de salud son inadecuados, sencillamente no habrá reproducción”.
Por eso, la “última reproducción” que el PVEM incorporó en su iniciativa para limitar y a la larga acabar con la actividad de los delfinarios, resulta de entrada agresiva para los animales que habitan en ellos, pues cortar sus ciclos de reproducción afectará su calidad de vida.
“Limitar la reproducción de estos delfines es como desbalancear un ecosistema, porque implica limitar la organización y las redes sociales con que la especie se desarrolla en estos hábitats; se modifica su comportamiento natural, que es lo que aspiramos a mantener”.
Capote explica que no es un asunto sencillo diseñar una estrategia para frenar la reproducción de estos delfines. “En la práctica, es muy difícil, casi imposible detectar cuando una delfín está en celo. Tal vez podría hacerse con un monitoreo muy estrecho, que no podría hacerse en una población grande. Tal vez podría instrumentarse con fines experimentales, pero no de manera práctica para evitar la reproducción”.
A las dificultades técnicas se suman las consecuencias en el desarrollo de los delfines: “si los separamos, cortamos de golpe la relación social entre machos y hembras y afectamos el comportamiento de la especie en cautiverio; generaríamos un fenómeno de frustración y estaríamos propiciando un escenario en el que los delfines sí se volverían agresivos, primero entre ellos mismos y después se desplazaría a los seres humanos que tienen contacto con ellos, empezando por sus entrenadores y sus médicos”.
Capote reflexiona: “trabajamos con una técnica basada en la confianza; intentamos por todos los medios eliminar la frustración y procuramos que los grupos sociales en que se organizan los delfines convivan y convivan bien, y eso implica , entre otras cosas, no limitarles la actividad sexual. Pero la iniciativa del PVEM está orientada a limitar todas las actividades de los animales y por lo tanto propicia el maltrato”.
(Con información de cronica.com.mx)
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