Deleita Maxim Vengerov con virtuoso recital en el Palacio de Bellas Artes

Written by Redacción. Posted in Minuto a Minuto, Noticias Destacadas, Sociales

Published on junio 12, 2017 with No Comments

maxim-vengerovNotimex. Considerado uno de los mejores violinistas del mundo en la actualidad, el ruso Maxim Vengerov (1974) sedujo con su interpretación, depurada técnica y carisma al público que acudió al Palacio de Bellas para deleitarse con su música, tal como lo hiciera en el 2014.

Acompañado por el pianista Vag Papian, el violinista regresó al máximo recinto cultural del país, donde luego de tres años de ausencia ofreció un recital marcado por la música del romanticismo alemán y del periodo impresionista francés de finales de siglo XIX.

La velada transcurrió por la música de Johannes Brahms, César Franck y Maurice Ravel, con la que el músico además de hacer gala de su técnica dejó en claro porque en 2010 fue designado primer conductor principal de la Orquesta del Festival de Gstaad y por qué ha estado al frente de grandes orquestas alrededor del mundo, como las sinfónicas de Montreal y de Toronto.

Potencia, elegancia y virtuosismo se pusieron de manifiesto en un recital para piano y violín, en el que el músico presumió su “Stradivarius”, instrumento valorado por los intérpretes más importantes del mundo y por los coleccionistas de antigüedades.

Ataviado con un traje negro, arrancó su participación con la pieza “Scherzo para piano en mi bemol menor, Op. 4 Rasch und feurig (veloz y fogoso)”, del alemán Johannes Brahms (1833-1897); una obra temprana en la producción del compositor alemán, un trabajo serio y sustancial, en el que se perciben algunas de las mejores cualidades del propio Brahms.

Tras los primeros aplausos, el músico nacido en Novosibirsk, capital de Siberia, continuó su recital con “Sonata para violin y piano núm. 8 en re menor, Op.108”, del mismo Brahms integrada por cuatro movimientos: Allegro, Adagio, Un poco presto e con sentimento y Presto agitato.

Según las notas al programa de mano, “se dice que si bien algunas de las sonatas de Brahms tienen una cierta ligereza de espíritu que permite considerarlas como música de salón, la Sonata Op. 108 es más adecuada para la sala de concierto, debido fundamentalmente a la dificultad y el carácter virtuoso de la parte del piano. La Sonata Op. 108 habría de ser la última obra de Brahms para violín y piano”.

Visiblemente emocionado, el ruso salió en la segunda mitad para conquistar con “Sonata para violín y piano en la mayor”, de César Franck (1822-1890), integrada también por cuatro movimientos musicales: Allegretto ben moderato, Allegro, Recitativo-Fantasia: Ben moderato y Allegretto poco mosso, una pieza en la que es posible apreciar un efectivo uso de los procedimientos cíclicos característicos de la música del compositor y organista francés de origen belga, Franck.

El violinista cerró su participación con la obra “Tzigane”, de Maurice Ravel, una pieza que captura el espíritu de la improvisación gitana.

Según el diccionario francés-español “Tzingane” significa: zíngaro, músico de bohemia o vestido con el traje de este país, y el músico hizo gala al nombre de dicha obra, toda vez que en esta segunda mitad apareció con un traje de vestir, en esta ocasión en color gris oscuro.

“Tzigane” fue dedicada por Maurice Ravel (1875-1937) a una joven violinista llamada Jelly D’Aranyi, quien era ni más ni menos que sobrina-nieta de Joseph Joachim, de modo que aún en la dedicatoria de su obra, Ravel se mantuvo fiel a la asociación de lo gitano con lo húngaro y viceversa.

Por cierto, en los catálogos que consignan las obras de Ravel, nos enteramos de que “Tzigane” fue compuesta originalmente para violín y piano, y orquestada más tarde por el compositor.

Otras fuentes afirman, sin embargo, que la versión original de esta “Tzigane” no fue escrita para violín y piano, sino para violín y lutheal. Y mientras algunos creen que el lutheal es un instrumento en sí mismo, los conocedores afirman que se trata más bien de un accesorio que se colocaba al piano para obtener efectos sonoros originalmente ajenos al instrumento.

Al concluir su presentación, Maxim Vengerov fue despedido con una lluvia de aplausos por los presentes, que él agradeció emocionado.

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