Notimex. Aun cuando la problemática de la desnutrición en México ha disminuido en las zonas rurales y se estima que para 2070 desaparecerá, no significa que se haya resuelto, porque el consumo de azúcares, grasas y alimentos altos en calorías sigue en aumento, afirmó el presidente de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC), Adolfo Chávez Villasana.
Comentó que en Chile y Costa Rica se terminó con ese flagelo a causa de los movimientos sociales traducidos en programas en los que participaron maestros y médicos, quienes brindaron información oportuna sobre una correcta alimentación, lo que resultó en una sociedad más desarrollada.
En cambio, dijo, en México, ocurrió una revolución energética y, por tanto, una transición epidemiológica propiciada por la llegada a comunidades indígenas de refrescos y comida chatarra de alta concentración energética y popular entre los niños, mediante subsidio gubernamental.
Antes, especificó, su dieta consistía en maíz, frijol, un poco de hierbas y carne”, precisó.
En la conferencia magistral que dictó en la Cátedra Alimentación, Nutrición y Salud Dr. Javier Aranceta, realizada en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), expresó que los alimentos procesados no favorecen una buena nutrición, sino por el contrario, facilitan la aparición de enfermedades crónicas no transmisibles.
“Todo comenzó desde 1983 cuando fue aceptada una política de libre mercado con predominio privado”, apuntó.
Chávez Villasana destacó que “la estructura dietética cambió, pues antes la población comía más tortilla y desde 1970 el consumo de azúcar, grasas y comestibles altos en calorías aumentó”, y los platillos tradicionales fueron desprestigiados por parte de la publicidad y fue impulsado el gusto por sabores dulces, grasosos y salados, preferidos por la mayoría.
Enfatizó que aunque “las cifras de niños muertos por padecimientos infecciosos y desnutrición disminuyeron, aún es alta la tasa de mortalidad debido a la contaminación o el mal uso del biberón, por lo que aún existen epidemias de diarrea, es decir, el problema está lejos de resolverse”.
Por ello, consideró que el medio rural debería recibir una fuerte inyección de capital por concepto de remesas, para mejorar la situación alimentaria, sin embargo el asunto reside en que la gente ha migrado a las ciudades, por lo que la agricultura nacional y su mercado se han visto desfavorecidos.
“Sabemos que lo que comemos afecta al genoma y esto ha generado que el epigenoma de los mexicanos posea 70 polimorfismos que facilitan la obesidad o la diabetes y aunque es una cuestión heredada, también afecta la dieta que produce la aparición de síndromes clínicos y enfermedades crónicas”, puntualizó.
Recordó que la industria de la comida chatarra obtiene alrededor de 70 mil millones de dólares en México, “lo que ha propiciado la aparición de un ambiente obesogénico y que no ha sido resuelto por los programas contra el hambre que intentan dotar a la población de seguridad alimentaria.
Hay infantes que presentan presión arterial alta y resistencia a la insulina, concluyó.
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