Sara Sefchovich comparte su experiencia en las letras

Notimex. Defensora de la obra de Luis Spota, admiradora confesa de la rusa Svetlana Aléksiévich, feminista irredenta y doblemente pesimista respecto a la sociedad mexicana, así se pintó la escritora, socióloga e historiadora Sara Sefchovich (1949) ante sus lectores.

Al participar en el ciclo “Mujeres en las letras”, la autora de novelas como “Demasiado amor” y ensayos como “La suerte de la consorte”, conversó con decenas de seguidores a quienes confesó que a diferencia de algunos colegas, que sostienen que no les importa si los leen o no, a ella si le interesa tener lectores y entablar un diálogo con ellos.

Porque la literatura para ella, dijo, es un pretexto para hablar de temas importantes que analiza desde su oficio de investigadora que ha desarrollado durante 40 años en la UNAM, desde su perspectiva de estudiosa de la sociología y la historia.

Es por eso, sostuvo, que la literatura autorreferencial “me da hueva”, porque, consideró, “en la vida hay que mirar a los demás”. Sobre por qué escribe, Sefchovich leyó un texto en el que citó, entre otras, a Rosario Castellanos, quien, dijo, “nos deja claro que pueden ser muchas las razones por las que uno escribe”, entre ellas, dijo, “liberarse del miedo al silencio. Soñar, resistir, transgredir, etcétera”.

Lo cierto, expuso, es que al igual que Marguerite Duras, lo hace porque escribir es lo único que llena su vida y al igual que el hábito de leer, es algo que hace para saber qué pasa con la vida y con el mundo. Luego, abrió el diálogo y paciente se dejó entrevistar por la audiencia, que la inquirió sobre sus gustos literarios, en los que incluyó a Fernando del Paso por “Noticias del Imperio”, a la que consideró la mejor novela. Aunque una época le gustaron Juan José Arreola y Juan Rulfo, ahora con tanto homenaje ha quedado “vacunada” contra el segundo.

Pero sigue siendo admiradora de los ensayos de Octavio Paz y de los textos de Luis Spota, cuyo trabajo, consideró, fue menospreciado por la mafia intelectual de su tiempo. “No me gusta la novela, prefiero la crónica”, añadió tajante y adelantó que acaba de entregar un libro que podría ver la luz en octubre próximo, en el cual hace una revisión histórica de 500 años de crónica en este país, donde los mejores exponentes, consideró, son los de finales del siglo pasado.

Entre ellos, expuso, son imperdibles los textos de Elena Poniatowska, Herman Bellinhausen, Carlos Monsiváis (1938-2012) y Cristina Pacheco, entre otros. Allí, dijo, encontrarán la razón por la que ama la crónica y es admiradora confesa de la rusa Svetlana Aléksiévich, a quien consideró la más grande cronista del mundo actual, al lado de Martín Caparrós.

La diferencia, expuso, es que Martín puede elegir viajar a África para hablar de los niños explotados, y Svetlana no ha escogido ser testigo de tantas atrocidades como ocurren en su país. Luego fue inquirida sobre su feminismo y reconoció que fue circunstancial por la época en que le tocó vivir a su generación y criticó a jovencitas que desdeñan a esas mujeres que dieron la batalla para que ellas hoy gocen de derechos por los que no tuvieron que pelear sino que les han sido heredados.

Mientras que sobre México y sus hábitos de lectura, consideró que una de las tantas cosas tristes que tiene este país es que te puedes partir el alma para escribir excelentes textos y México no lee, ni se inmuta. Sin embargo, dijo, aunque es pesimista respecto a que la situación vaya a cambiar en breve, es necesario que cada quien siga aportando desde su trinchera, apostando por el cambio que es necesario en el país.