Estreno de cine: Valerian y la Ciudad de los Mil Planetas

Agencias. Una historia construida con diálogos torpes, sin duda, una premisa olvidable. Luc Besson regresa al género que le dio su estatus de genio creativo a nivel mundial, el proyecto clave fue “El quinto elemento” de 1997, filme que incorpora la experiencia humana como el elemento fundamental de nuestra existencia. Korben Dallas lleva una vida aburrida como taxista cuando literalmente le cae encima la oportunidad de salvar a la humanidad.

Ahora Besson lleva a la pantalla esta adaptación del cómic francés del mismo nombre, la historia se centra en un par de agentes del ministerio de defensa, Valerian y Laureline, es el siglo XVIII y la humanidad es parte de la ciudad Alpha, un sin número de especies convergen para almacenar conocimiento, historia y tecnología. Todo esto está en peligro si no actúa el equipo de humanos.

La película cuenta con momentos impresionantes. El realizador presenta ideas que nunca se habían aplicado en este tipo de cintas, la más sobresaliente es la persecución en un mercado interdimensional donde se requiere de lentes especiales para poder verlo o los diseños de personajes que dejan muy atrás a lo que normalmente conocemos como ciencia ficción independiente. Visualmente es un logro fílmico, por nada se convirtió en el filme más caro jamás producido en Francia. 177 a 210 millones de presupuesto, aun con esto un elemento importante salió por la borda: un guión entendible.

Besson construye esta historia de forma inexplicable con diálogos torpes y una premisa olvidable, principalmente sufre de malas actuaciones por parte de sus protagonistas: Dane DeHaan como Valerian y Cara Delevingne como Laureline. No existe química alguna. Es evidente la incomodidad que experimentan, incluso cuando ríen. Detalles que podemos dejar pasar.

‘Valerian y la ciudad de los planetas’ es una película olvidable y esto es lo más trágico que pudo suceder a este proyecto realizado con sobrado amor. Debe verse por lo menos una vez y olvidarse por completo para ser descubierta en un par de años con la misma sorpresa que cuando fue estrenada: una especie de alzheimer fílmico.