Por: Brenda Serrano Trujillo.
¡El clima está loco! ¿Cuántas veces no se ha escuchado decir eso en todas las épocas del año? Cada estación rebasa las expectativas de la población. La gente se destapa, se cubre, se protege, según sea el pronóstico climático. En la nueva década, el período climático se ha vuelto tramposo y cambiante, no es enteramente acorde a la definición oficialmente establecida.
La primavera promete días calurosos y de pronto, se precipitan las lluvias antes de lo esperado, se prolongan y también invaden parte de las últimas estaciones del año. En el invierno hace un viento helado, y no se acaba en marzo. Se tarda en aproximarse la predominación del sol, y en el momento en que llega, lo hace con tal intensidad que aumenta el mal humor de la gente, ofusca planeaciones y genera añoro del tiempo anterior.
La oposición de la naturaleza: una maravilla y la enemiga de la humanidad
Ella es la causa del nacimiento humano, independientemente de las convicciones u orígenes religiosos, ya que las facultades del cuerpo y capacidades físicas son brindadas por la madre naturaleza. Asimismo, la existencia de bellos paisajes: el cielo, el sol, montañas, ríos, océanos, campos, entre otros espacios.
Así como está la meteorología se halla el humano; inestable, impetuoso y furioso. No hay control de los fenómenos naturales, todo el tiempo el hombre ha sido víctima de éstos; se ha refugiado, creado escondites, antiguamente se resguardaba en las cuevas, y posteriormente fue capaz de construir viviendas de madera o piedra, hasta la actualidad, que el material es más resistente, tratando de soportar tormentas o torbellinos. Aún no ha sido suficiente, pues hay huracanes que arrasan con las casas, especialmente en las costas.
Se visualizan más infortunios, después del temblor de la semana pasada no hay tranquilidad, las noticias aseguran la llegada de más desgracias. Pero los días siguen su curso; entre el 22 y 23 de septiembre irrumpirá el equinoccio otoñal, de acuerdo a las fechas cordialmente implementadas.
Es la penúltima etapa del año; las hojas caen, el viento silba muy fuerte, desarreglando los cabellos de las señoritas que pasean por la calle con grandes peinados y vuela objetos que están al alcance del aire. En este 2017, hay que estar doblemente preparados; equiparse con varias prendas, unas puestas, otras guardadas en la bolsa de mano o mochila, tal vez llevar un paraguas, un peine y una muda extra. Del 22 de septiembre al 21 de diciembre puede ser que también se tenga la compañía de la lluvia y el frío, ya que frecuentemente el clima es una ensalada de estaciones.
Cada época no sólo genera alteraciones físicas; sino que la psicología de las personas se modifica, las percepciones, sentires y creencias se adoptan según sea el mes. Octubre y noviembre atraen a los muertos; a la rememoración de ellos y festividades tradicionales, en honor a las calaveras, catrinas, brujas y todo aquel ente inexistente en el ahora, pero que produce mucha atracción a los vivos, por la magia, misterio o inclusive milagros originados con la duda de que sean mitos o una verdad.
México se caracteriza por ser muy folclórico, las danzas y vestimentas que se realizan en esos días son muy llamativas y coloridas. El maquillaje, la creatividad, y la música son la combinación perfecta para representar el estado del muerto o la ilusión del vivo por recordar el pasado. “Una cultura que adora a los muertos, y no a los vivos”, a veces surge esta crítica por la importancia que se le otorga al sujeto o ser vivo cuando ya no está presente, pero que disminuye cuando moraba en la tierra.
En todos los países hay culto a los muertos, en unos más que otros, y en ciertas regiones más, dentro del mismo territorio, especialmente hay religiones o convicciones que se dedican a ella. En los próximos meses se notará los tintes que adquiera el “Día de muertos” y el clima compartido.
Empero, la gente se queja del calor, lluvia, viento o frío. Es mejor disfrutar de cada temporada, ya que la inconformidad reina a cada esquina. Es considerable que algunas estaciones gusten más que otras, pero no que se reprueben todas. Vivaldi en la melodía “four seasons” retrata los vaivenes de las épocas climáticas. No es conveniente despreciarlas, ya que cada una tiene un dejo de reflexión y melancolía. Por ejemplo, el viento, en medio de un descampado, puede ocasionar un grito desamparado como un desahogo, libre de trazos urbanos.
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