Por: Brenda Serrano Trujillo.
Retumbó el grito del “Día de la Independencia”, el pasado viernes 15 de septiembre a las 23:00 horas, en el zócalo del Estado de Puebla. Cada año el gobernante acude a la tarima, en conmemoración de Miguel Hidalgo, su lucha por la libertad y por un país sin represiones.
La festividad está en su punto culminante; los adornos con los colores de la bandera mexicana imperan por las calles, escuelas, organizaciones y moradas. Todos conocen a septiembre como el mes patrio, y se aguarda ansiosamente la convivencia familiar, amistosa, amorosa o con algún otro ser querido para celebrar la noche, en la que se escuchan los estruendosos cohetes, las risa y el cotorreo.
Se siente en el ambiente el humo de comales y el saboreo de la comida típica de Puebla, y de los restantes Estados de la República Mexicana. Entre ellas se encuentran; el pozole, chanclas, chalupas, tostadas y otros alimentos, en los cuales predomina la grasa como ingrediente dañino, pero delicioso. También, el tequila es muy buen acompañante y pretexto para recibir la noche.
La organización de las fiestas no es problema, la mayor parte de la gente está dispuesta a colaborar con su presencia, dinero y entusiasmo. Sin embargo, no todos reparan en la razón del festín y en la situación actual del país, la cual en los últimos años se ha tornado preocupante por la serie de crímenes, con frecuencia más feminicidios, secuestros, delincuencias, injusticias y corrupciones que se han ejecutado.
Se comparte la postura de la joven, Natalia Solis de 28 años, acerca de su concepción del país mexicano. Tiene grado en la Licenciatura de la Lengua Francesa. Le gusta observar su entorno y ser analítica, ya que no se conforma con lo que ve y escucha. Ella se siente identificada con México por las personas con las que se relaciona, día a día, en un mismo territorio, pero no considera que haya una unión en general en el país, por el desconocimiento de la historia y la falta de interés.
La joven indica convivir cada año con su familia, se ha vuelto más una costumbre anual, pero no se tiene el raciocinio o pasión por la cual se festeja. Ella lo acepta. En general, la gente sabe los acontecimientos; en los colegios implementan el tema de la autonomía mexicana, en las tiendas se compran láminas o biografías de la rebelión de la madrugada del 16 de septiembre para las tareas de los niños o implementan bailes con ropas tradicionales. Las niñas se peinan con largas trenzas, en decoro de la popular mujer mexicana. El desenvolvimiento marcha perfectamente, empero se empieza a volver menos nítida la comparación entre el pasado y el ahora.
No se puede negar que anteriormente, en aquélla época de Miguel Hidalgo, existían más represalias y desventajas. Hoy ya no hay guerras de ese tipo, pero los representantes del alto mando se han suavizado y no hay los suficientes castigos para los criminales, es por ello que no temen y continúan obrando en contra de la sociedad.
“Más que promover las autoridades un festejo, se debería mejorar las condiciones de vida de la población”. No se disminuye la importancia del “Día de la Independencia”, asegura Natalia, pero habría que prestar más concentración en resolver asuntos que restringen la propia evolución de los habitantes; la economía, cultura, intelecto, concientización y educación.
México como país tercermundista no brinda los mismos recursos, ni oportunidades que otros países primermundistas. No hay distribución de riquezas. Se debería prestar más atención y estar más alerta ante dichas situaciones para que en un futuro México ya no ocupe el lugar de país en “vías de desarrollo”, sino que se postule para mejorar ese puesto.
Para Natalia no existe algo en particular que la defina como mexicana, cada persona tiene una historia y gustos diversos, a pesar de vivir en el mismo espacio, considera que dependiendo del pueblo, localidad o ciudad en que se halle la caracterización de cada mexicano será diferente. Hay rasgos que por naturalidad u obviedad se compartirán, para ella no hay una definición establecida.
La celebridad puede seguir su curso, las representaciones visuales y escritas son válidas y reconfortantes; solamente es necesario tomar los cuidados necesarios para enfrentar y evitar las atrocidades, difundiendo la información y promocionando la oposición ante las prácticas criminales y delictivas.
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