Notimex. Lágrimas, sonrisas, enojo, desesperación y confusión se vive durante la jornada de reconocimiento de mascotas extraviadas que se realiza en el Parque México, en la Colonia Condesa, en esta ciudad, que busca tratar de reunir a perros y gatos con sus dueños o darles un hogar temporal, luego del sismo de 7.1 grados del pasado martes.
Varios fueron los vecinos y habitantes de otras colonias que se fueron tristes por no haber encontrado a sus amigos peludos, otros más contentos por haber adoptado y salir de este albergue improvisado con un nuevo miembro de su familia.
Una pareja llegó con la esperanza de encontrar su french poodle, otros a su chihuahueño; un labrador, un schnauzer, un beagle y un bóxer, entre otras razas que, si bien pueden estar aquí, aún no son reconocidas. Desde temprana hora, cerca de 30 personas hacían fila tanto para reconocer a su mascota como para adoptar alguna; algunos se marcharon con lágrimas en los ojos como Bertha, habitante de la Condesa, quien desesperada buscaba a su chihuahua.
Con un short, tenis verdes y una playera delgada, la joven, cuya mirada lucía triste y desesperada, pues a pesar de traer la imagen de su mascota en su móvil, éste no apareció.
En dicha fila, voluntarios pedían a todo aquel que fuera a optar por la adopción, que se apuntara en una lista y mostrara una identificación oficial, y una vez hecho el trámite, ingresaría hasta un área donde podría llevarse a algunas de las mascotas allí reunidas.
Pero no todos corrieron con suerte, como la señora Lucía, de 55 años, vecina de la Roma, quien pretendía llevarse a un perro criollo, ya grande, pero al salir, cuenta, “me lo quitaron”. “Sin dar explicación, me dijeron que siempre no me lo podía llevar y dije, pues bueno, quédenselo”, cuenta a Notimex al afirmar que, durante el sismo de 1985, adoptó a una niña, que hoy es una profesionista de 32 años.
Otros más corrieron con suerte, como Alejandra Tapia, quien emocionada y como si hubiese encontrado a su “hijos”, adoptó un schnauzer negro rescatado de los escombros.
“Me transmite mucho amor, no quiero que esté aquí, deseo llevarlo a mi casa, bañarlo y alimentarlo”, dijo la joven quien no dejaba de abrazar el peludo, al tiempo que dijo estar segura de que, si el dueño aparece, con gusto lo regresará.
“Se lo que pasa este animal, hay una crisis de emergencia y me gustaría apoyar de esta manera, y se me hace esta la más justa y adecuada”, agregó la también vecina de la colonia Roma, quien confesó se enamoró del perro por instinto.
Otro de los afortunados fue Gustavo Cancino, quien adoptó un french poddle blanco, de quien dijo, le “enamoró su carita triste”. “Me gustó este perro y hoy es un buen momento para ayudar y ayudarlos; soy de Pachuca, pero trabajo en la Ciudad de México y aproveché que no hay actividades para venir y adoptar una de las mascotas que se extraviaron o bien, cuyos dueños perecieron durante el sismo”, dijo Cancino, quien esperaba llevarse en adopción un perro más.
En el lugar se encuentra un módulo de Maskota, que de manera gratuita ofrece una bolsa de croquetas, agua y la revisión médica del animal, para que la persona que adopte tenga la seguridad de se va bien a su nuevo hogar, cuenta María Eugenia Bugarini, representante de Maskota.
En el lugar, otros dueños pegan en árboles y postes, carteles de sus mascotas extraviadas con sus nombres, en las que piden el apoyo para su localización dejando un número de contacto, haciendo notoria su desesperación por encontrar a sus “perrhijos”.
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