Fue Juan Bañuelos un paisajista cuya fuerza poética está en la imagen

Written by Redacción. Posted in Minuto a Minuto, Sociales

Published on octubre 18, 2017 with No Comments

Foto: circulodepoesia.com

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Notimex. Como un descubridor de poetas, un paisajista, un personaje cuya poesía va de lo más íntimo a lo social, de su casa y su familia, a la calle y al compromiso con los caídos, así recordaron anoche el poeta Juan Bañuelos (1932-2017), en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.

Los poetas María Baranda, Micaela Morales López y Jaime Labastida hablaron sobre la vida y obra de quien fuera integrante del grupo “La espiga amotinada”, donde publicó sus primeros poemas, junto con Óscar Oliva (1938), Jaime Augusto Shelley (1937), Eraclio Zepeda (1937-2015) y el propio Jaime Labastida (1939).

Al tomar la palabra, la poeta Micaela Morales hizo un análisis de la obra poética de vate chiapaneco y puso énfasis en el poema “A paso de hierba”, donde se muestra, dijo, “la otra cara de la poesía de Bañuelos”. Comentó que el texto es una obra publicada en el 2002, que lo hizo merecedor del Premio de Poesía José Lezama Lima, otorgado por Casa de las Américas en el 2004 y agregó que el texto además de internacionalizar la poesía de Bañuelos da a conocer las realidades chiapanecas, muestra el estilo y los temas persistentes a lo largo de su trayectoria poética.

“La obra es una selección de poesía publicada en diversos libros, desde sus primeros poemas, pasando por su poemario ‘Escribo en las paredes’, hasta su poesía social y comprometida como ‘Espejo humeante’, ‘Destino arbitrario’, sin olvidar ‘Huahuetan y otros poemas’.

“El poemario es una muestra del historial poético de Bañuelos, donde el canto al sentimiento amoroso, a la impotencia ante las desdichas sociales y luminosidad del paisaje chiapaneco, es una de una voz sonora y nostálgica”, añadió Micaela Morales.

Para ella, en esta obra se observa cómo el mito colectivo trasciende al mito personal para instaurarse en una poesía para la humanidad; su título, dijo, se configura a partir del conocimiento del pueblo, del dicho popular.

Por lo que hace a la segunda parte de esa obra, titulada “Poema sobre Chiapas”, la poeta recordó que “hace referencia a esa gente primigenia, quienes han crecido como la hierba, sin nombre, como muchos testigos del paso del tiempo, de su dolor añejo, se han secado las esperanzas muchas veces, pero necios en su espera, vuelven a verdecer como la hierba”.

Detalló que la imagen poética es un recurso esencial en la obra de Bañuelos, por ello, agregó, el poeta centra su fuerza en la imagen para mostrar la perfecta armonía de las emociones, la condición humana y el paisaje exuberante de la selva, montañas y ríos de su natal estado.

En su oportunidad, María Baranda consideró que Bañuelos hablaba de la poesía comprometida, “la suya, la que sí establecía ese compromiso con la vida, con una visión donde la historia tiene otro sitio, una unión entre el dolor y los hechos”.

Juan Bañuelos, abundó, hablaba de la poesía como de una vocación que requiere de entrega total, la poesía como destino arbitrario. Mencionó que Juan era un personaje que se nombraba a sí mismo, un hombre religioso pero sin religión, “un asombrado ante los hechos de la naturaleza y del hombre, pero también de las antiguas divinidades, de las cuales hay huella en las estelas y los códices de los que tanto habló en sus poemas”.

Tocó el turno a Jaime Labastida, quien se refirió a Bañuelos como su compadre y “lo fue en la vida real, pues la bauticé a una de sus hijas”. En presencia de los siete hijos del autor homenajeado y su esposa, Labastida recordó haber conocido al poeta chiapaneco en 1957.

“Él era nueva años mayor que yo, se quitaba dos años, decía que había nacido en 1932 y en realidad nació en 1930; sin embargo, jamás se interpuso entre nosotros distancia alguna”, aseguró el vate, quien recordó haber conocido a su futuro compadre, gracias a Heraclio Zepeda y a Óscar Oliva.

“De súbito nos sentimos hermanados por la poesía y no puedo ni debo ocultar que en aquel tiempo, Bañuelos fue una suerte de guía, un descubridor de poetas y poemas, de ritmos, de eufonías, embriaguez de la música, el centro exacto de la palabra”, destacó.

Segundos después, Labastida recitó un par de fragmentos de la poesía de Bañuelos, de quien se dijo con sentimiento: “vive entre nosotros”.

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