La interpretación de la literatura y su perspectiva social

Written by Redacción. Posted in Reportajes, Sin categoría

Published on octubre 30, 2017 with No Comments

Foto: Brenda Serrano

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Por: Brenda Serrano.

A lo largo del tiempo, la visión acerca de la literatura y su función se ha transformado, el investigador o literato ha tratado de realizar un estudio más profundo y detallado. El interés por los textos, signos o símbolos constituyen un significado para la sociedad; vivimos rodeados de ellos. Los libros, ya sean novelas, poemas o cualquier otro escrito, se encuentran estructurados por formaciones fonéticas.

Cada época ha hecho nuevas aportaciones. Desde hace siglos, el arte ha sido un elemento muy importante en la vida, es fuente de aprendizaje, observación y cultivación. Además, permite apreciar lo bello y lo sublime. La mente se instruye de tal forma, que puede ser la base para interpretar, comprender y explicar el lenguaje que engloba a una obra.

Los griegos influyeron culturalmente en sus pueblos, en los Imperios de aquél entonces, como Roma. La Ilíada y La Odisea de Homero, Medea, Edipo Rey, entre otras, fueron algunas de las creaciones literarias más destacadas de Grecia. Más tarde, se extendieron hacia otros países y continentes.

Las corrientes literarias fueron otro aspecto relevante, que abarcan  el Renacimiento, la Edad Media, Barroco, Realismo, Romanticismo, Naturalismo. Hay muchas otras corrientes, que surgieron en diferentes períodos, que se le atribuyen ciertas características. Reflejan la estética, el estilo, el exceso, la contradicción, la realidad tal cual o la realidad cruda y exagerada, la armonía, una forma de expresión y rebelión ante la inconformidad de lo que se estaba viviendo en ese momento.

En la actualidad, hay lecturas que están sobrevaloradas, a un lenguaje más común y menos complejo, es el caso del best- seller. Su popularidad no es significado de que sea una buena obra, tampoco de que sea mala.

Foto: Brenda Serrano

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Uno de los cuestionamientos ha sido si la literatura es productora de realidades, o si la realidad dota a la literatura de su carácter ficcional. La historia, los acontecimientos, las tradiciones, las costumbres, situaciones extraordinarias o de la vida cotidiana, problemas personales, factores psicológicos o emocionales, ideología y contexto de un grupo o población, son algunas causas que permiten al autor generar una obra literaria. A partir de lo que él o ella observa, puede crear un mundo ficcional. Es posible que rescate algunos elementos de la realidad, pero habrá modificaciones, originadas por su propia concepción.

Normalmente, la procedencia es el conocimiento que tiene de las cosas que lo rodean; algunos eligen narrar los sucesos lo más apegado posible a la realidad, por ejemplo en los hechos históricos o verídicos, biografías y autobiografías. Sin embargo, siempre hay hechos que van a variar, detalles que pudieron ser cambiados.

Lo que pretende el autor es nutrir al lector de una idea, de algo que posiblemente ocurrió, acompañado de un sentimiento que despierte el interés. “El diario de Ana Frank” es un libro basado en el testimonio de una niña judía que vivió durante la Segunda Guerra Mundial. Se dice que ella misma lo escribió, mientras vivía junto con su familia en el refugio, ocultándose de los nazis. Al final, los atraparon y los llevaron a los campos de concentración. Su padre fue el único sobreviviente. Él fue el que publicó el diario de su hija. En este caso, se supone que es un texto fielmente apegado a la realidad, pero a partir de las percepciones de Ana Frank, hay literatura. Al parecer, no hubo ningún otro intermediario, más que su padre, quien quería mantener viva la memoria de su hija.

Otros deciden crear un universo distinto, mágico, ficcional, terrorífico o  estructura utópica, que resulta placentera para el lector. No obstante, el autor siempre tendrá bases de su propia realidad para producir otra. No puede ser idéntica, pero habrá diversas circunstancias y elementos que serán similares. La mente e imaginación del literato es el detonante de lo que redacta, su inspiración parte de allí, de lo que quiere transmitir; en ocasiones en sentido figurado o poético.

 El autor de la obra literaria y el lector se hallan sumergidos en una interacción y  en una especie de pacto, los cuales están determinados por ciertas normas y reglas. Cada uno tiene un compromiso, se complementan. Por un lado, el escritor debe tener ciertas responsabilidades de su creación, obra o composición ante el público, ya que en varias ocasiones, el receptor del libro clasifica como prototipo al autor. Incluso lo idealizan.

El margen entre artista y receptor es muy importante, ya que establecen un vínculo. El primero no debe permitir que sus escritos se malentiendan, por ello es primordial que el segundo posea un criterio amplio, y una madurez para distinguir entre lo real y lo ficticio.

Para detallar este punto, se puede ejemplificar con las obras del Marqués de Sade. Hay lectores que definen a esta literatura como brutal. Hay otros que experimentan gozo, horror o indiferencia. Hay que tomar en cuenta la época en la que se desarrolló el autor, existía mucha represión en Francia, y era censurado cualquier tipo de expresión.

El receptor aprehende las formas literarias del Marqués de Sade, permite que aflore su imaginación para visualizar los escenarios descritos. De acuerdo a su manera de pensar, de catalogar, de concebir al mundo y de su propia experiencia determinará una opinión..

El individuo que está rodeado de un contexto moralista, religioso, conservador y muy rígido, es posible que cuando se asome a este tipo de lecturas, las desapruebe. En cambio, un sujeto que desde su infancia, estuvo rodeado de gente de mente abierta, intelectual y culta, tendrá otro ángulo analítico. Tal vez, no le guste Julieta o Justine, o tal vez sí, pero independientemente de lo que prefiera, no castigará ese tipo de escritura, ya que también es válida y fructífera.

Hay diferentes niveles lingüísticos en la obra literaria, el fónico, léxico, sintáctico y textual, son los elementos para producir una composición significativa, en conjunto, es la belleza que la envuelve. El autor tiene el don de escribir con ética, pero sin perder la estética. El sonido de las palabras, el ritmo, los signos de puntuación, las pausas, el orden, estilo y forma de expresión son características estéticas. El lenguaje afectivo será fruto de la atención del oyente.

Foto: Brenda Serrano

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Realidad y ficción

La realidad es el mundo de las “verdades”, lugar donde habitan todos los seres humanos en un presente, es lo que existe y nos rodea, en un determinado tiempo y espacio, los eventos que ocurren, día a día, en el planeta tierra.

La ficción también posee espacio, tiempo, sucesos, pero están determinados por los personajes, ya que son invenciones del autor. Se narran hechos imaginarios, pero se necesita conocer la realidad para crear ficción. Es decir, saber, o al menos, no tener la certeza de que existen los extraterrestres, seres fantásticos, los hechiceros o superhéroes. Uno de las ejemplificaciones son las obras de Harry Potter, escritas por J.K Rowling.

Existen diversos panoramas. Un chico se desarrolla en un contexto intelectual, tiene buena posición económica, sus padres se han encargado de que su formación intelectual sea excelsa y  han influido para que conozca las obras de los grandes representantes de la Literatura Universal como Flaubert, Dostoyevski, Emile Zola, Tolstoi, Stevenson, Balzac, Marcel Proust, entre muchos otros. Le enseñan a que aprecie una de las bellas artes. Dichos orígenes son un impulso para producir arte, una palabra nueva, debatir o discutir de alguna temática, con fundamentos y argumentos.

En cambio, un niño que ha nacido en una zona rural, cada mañana asiste a la escuela, le enseñan a leer y escribir, pero es un aprendizaje básico, para que pueda comunicarse con los demás. Fomentar la evolución del pensamiento y la intelectualidad no es la prioridad de la comunidad, incluso el estudiante que quiere progresar por eso traslada a la zona urbana. Los habitantes de allí se dedican a la agricultura, cultivan frutos, incluso hacen buenos negocios. Sobrevivir es su objetivo. En este contexto sería muy difícil que naciera un artista, hay excepciones, más no abundan.

No es una ley general, ya que ha habido escritores que, en un principio, se han instruido ellos solos o han buscado la manera de hacerlo; sin embargo, ha sido esencial la comprensión de la estructura del país, comunidad o lugar que se habita, ya que es el punto de partida para comenzar a redactar. Primero, para aprender y entender su realidad, luego, clasificarla, retratarla y criticarla a través de la escritura.

¿Literatura y realidad? Palabras contrarias que se unen fuertemente la una a la otra. No todos se entretienen con los libros, hay quienes prefieren ver una historia a través de una pantalla. Un gran porcentaje de películas son reproducidas y originadas por un libro.

El autor no debe confundirse con el narrador. Por un lado, se puede conocer la vida del escritor y ahondar en ella, curiosear qué lo indujo a relatar tal situación. De hecho, los estudiosos recomiendan que se tenga conocimiento de lo que gira en torno a él. Pero, el narrador es una entidad diferente.

Y al final, es posible que uno se pregunte: ¿Por qué? ¿Cuál es el encanto o deleite de los textos? Por amor al arte, porqué la literatura conduce a otra dimensión, a una ajena de lo tangible, es una forma de descubrir al propio espíritu y de alejarse de la realidad, la cual, con frecuencia es bella, pero también, despreciable y frustrante.

Incluso los textos complejos tienen su encanto, ayudan a construir un pensamiento más elevado. Sobre todo, hay que entender que detrás de una obra, pasaje, composición, poema, descripción o relato hay un significado. Uno que no se encuentra a primera vista, es necesario profundizar en cada oración y párrafo para  adquirir cierto nivel de análisis.

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