Agencias. Los abogados de Joaquín Guzmán Loera, “Chapo”, exigieron que se posponga “al menos cinco meses” la fecha de inicio del juicio contra el capo sinaloense, justificando que el gobierno les ha inundado con pruebas y evidencias presentadas en último momento que les impiden preparar de forma adecuada y justa la defensa.
A día de hoy, la fecha del juicio está prevista para el 5 de septiembre, dentro de menos de dos meses.
La fiscalía, si bien objetó la propuesta, no se cerró a una postergación de 30 días, lo que augura que casi con toda probabilidad el juicio por 17 delitos que enfrenta “El Chapo” en Estados Unidos no empezará, como mínimo, hasta principios de octubre.
El tema de la producción de evidencias y pruebas -así como el calendario de su entrega- ha sido una queja constante de la defensa, totalmente abrumada y sobrepasada por la cantidad de documentos que la fiscalía podría usar en el juicio contra el capo sinaloense.
Según el abogado de Guzmán Loera, “el gobierno claramente no entiende la simple razón por la que su última producción de 82 gigabytes de datos (más de 117 mil grabaciones individuales) crean un obstáculo infranqueable para la defensa para estar preparado para el juicio del 5 de septiembre de 2018”.
Los cálculos de Balarezo estiman que cada gigabyte contiene una hora de audio, por lo que el total de la última entrega por parte de la fiscalía contabilizaría mil 312 horas de grabaciones y comunicaciones interceptadas por las autoridades.
“Incluso revisando el material restante durante ocho horas al día nos tomaría 164 días, o aproximadamente cinco meses y medio”, se quejó el abogado del “Chapo”.
A ese volumen hay que añadirle las 321 mil páginas de documentos entregadas, y otras pruebas en diversos formatos. Balarezo, desde hace semanas, muestra su escepticismo e incredulidad ante las entregas de documentos de última hora, en una acusación que se remonta a 2009 y un proceso judicial que empezó en enero de 2017, cuando el “Chapo” fue extraditado.
“Es obviamente inexplicable por qué el gobierno tardó tanto tiempo en obtener evidencias contra él”, se quejó Balarezo. El gobierno, en su última comunicación judicial, escudó su retraso en la producción de material en la lentitud de gobiernos extranjeros en la entrega de documentos solicitados.
Concretamente cita el caso del gobierno de Colombia, al que se le exigieron grabaciones de comunicaciones interceptadas durante muchos meses. Sorprendentemente, tras más de un año de disputa, la fiscalía admitió que no va a usar esas “llamadas colombianas” como prueba.
La fiscalía de Estados Unidos niega por tanto que haya ralentizado o incumplido los plazos de entrega de pruebas. “El gobierno […] ha cumplido con sus obligaciones de evidencias y ha producido todos los materiales de manera oportuna”, aseguran.
“Forzar al señor Guzmán a ir a juicio sin la responsable oportunidad de revisar las evidencias y tomar una decisión informada sobre cómo defenderse viola los derechos de debido proceso del señor Guzmán y le niega un juicio justo”, sentenció Balarezo.
No es el único caballo de batalla que queda abierto entre las partes: el juez de la causa, Brian Cogan, todavía tiene que decidir si acepta el traslado del caso de Brooklyn a Manhattan.
Además, tiene que tomar posición sobre la petición de Balarezo sobre la supresión de pruebas provenientes, entre otros, del programa FlexiSpy, un software espía que se habría instalado en teléfonos celulares que se anuncia al público como la mejor forma de monitorear a esposos infieles.
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