Muy Interesante.- La oscura, satírica y pesimista distopía de la serie Black Mirror parece haber cobrado vida en China tras la implantación del “Sistema de Crédito Social”.
Ha estado en proceso durante años: una red de vigilancia masiva tecnológica nunca vista antes en nuestra sociedad. Lo que parece uno de los argumentos de la popular serie de ficción distópica ya es una realidad en China.
El “Sistema de Crédito Social” del que sigue siendo el país más poblado del mundo, se espera que esté en pleno funcionamiento para 2020 y, no solo monitorea a los casi 1.400 millones de ciudadanos del país, sino que también está diseñado para controlarlos y restringir sus acciones, en un gigantesco experimento de ingeniería social que algunos han denominado la “gamificación de la confianza”.
Esto se debe a que el proyecto, que lleva avanzando lentamente desde hace más de una década, se basa en asignar una puntuación de confianza individual a todos los ciudadanos, y también a las empresas. En efecto, todos tendrán una nota.
¿Qué determinará la puntuación?
De acuerdo con el Partido Comunista de China, el sistema “permitirá que las personas que generan confianza se muevan libremente bajo el cielo y dificulten que los desacreditados den un solo paso”.
Para lograr esto, el sistema -sin precedentes- aprovechará el inmenso alcance de la infraestructura tecnológica de China: unos 200 millones de cámaras CCTV, para que estos ojos estén siempre atentos, siempre vigilantes y se conecten a los sistemas de reconocimiento facial, cotejando los datos con registros financieros, médicos y legales, y a su vez todo regulado e interpretado por redes avanzadas de inteligencia artificial de gran calibre.
La dramática distopía recuerda asombrosamente al profético e inquietante episodio de Black Mirror, llamado “Nosedive” (Caída en picado) o incluso al anime japonés llamado Psycho-Pass, en el que se nos presenta un futuro en el que es posible medir de forma instantánea el estado mental de una persona y la probabilidad de que ese individuo pueda cometer un delito. Lo insólito aquí es que aunque las similitudes son muchas, el objetivo final de China va incluso más allá.
Un gobierno algorítmico
Para un plan tan complejo, la esencia del crédito social es simple. En los programas piloto localizados que ya están en funcionamiento en las ciudades chinas, a los ciudadanos se les asigna un un puntaje numérico.
Así, con actos personales y sociales positivos, como pagar facturas a tiempo, participar en actividades benéficas y clasificar adecuadamente su reciclaje, los ciudadanos obtienen un puntaje elevado, lo que les da acceso a beneficios, como mejores facilidades de crédito, transporte público más barato e incluso tiempos más cortos de espera para servicios hospitalarios.
Pero… si se rompen las reglas, hay que tener cuidado. Las personas que se retrasen con los pagos, o que sean sorprendidas atracando o fumando en áreas para no fumadores, serán castigadas.
En lo que se está empezando a llamar “dictadura digital”, cada vez que cometamos una infracción, nuestra puntuación se ve reducida, lo que significa que incurren en sanciones financieras e incluso restricciones de viaje.
Esto no es todo amigos
Los individuos no son los únicos sujetos a este gran cambio. También lo están las compañías con sede en China y también las empresas que están fuera del país, como por ejemplo, las aerolíneas internacionales, algo que podría interferir directamente en la soberanía de otras naciones.
El juego está en marcha.
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