El arte de saber vivir.- No es el único pensador clásico que hace referencia al valor del autoconocimiento: “gobiérnate a ti mismo” es una consigna popular en la filosofía confuciana, la filosofía griega y el budismo. Además, las personas hacen referencia al autoconocimiento todos los días, es un tópico usual en libros de superación personal, canciones y obras cinematográficas.
Algunas disciplinas relacionadas con el marketing y el emprendimiento también hacen referencia al poder de conocernos mejor como una herramienta para tener éxito en la vida, una postura que comparte, aunque en palabras distintas, la eterna consejera: la psicología.
Las ventajas del autoconocimiento son apetecibles y anheladas por el espíritu humano desde tiempos inmemorables; quien se conoce a sí mismo, se desnuda frente al espejo reconociendo sus temores, sus sueños, su razón de ser… Puede que este sea uno de los grandes obstáculo en el camino hacia el autoconocimiento: la dificultad de aceptar que, una parte de nosotros, nace de un mosaico de vivencias grises e ilusiones rotas.
Conocernos significa aceptar el pasado, vivir el presente y crear el futuro
El autoconocimiento es el fruto de aceptar nuestro pasado, sanar en el presente y poner nuestra intención en lo que deseamos construir a futuro.
Este no es un proceso que vaya a ocurrir de la noche a la mañana, y tampoco es un mecanismo descomplicado. Existen obstáculos como las creencias irracionales, la propensión a distorsionar la realidad, los bloqueos emocionales y los mecanismos de defensa que activamos, voluntaria e involuntariamente, para evitar el sufrimiento. En conjunto, estas trampas sabotean nuestro camino hacia el autoconocimiento porque afectan nuestra capacidad para emitir juicios.
La disonancia cognitiva, por ejemplo, es un concepto empleado en psicología para referirse a la inconsistencia mental que experimenta un individuo cuando su idea del mundo no coincide con la realidad. Investigaciones han demostrado que algunas personas tienden, en situaciones como esta, a elaborar juicios inexactos para preservar una auto-imagen positiva ante los demás, lo cual explica la raíz del auto engaño.
De la misma forma, existen personas que se convierten en víctimas perpetuas de su pasado, desempolvando experiencias negativas a diario y reforzando creencias que respaldan una imagen pésima de sí mismas. Cuando esto ocurre, el autoconocimiento se transforma en una isla fantasma en el mar.
“Quiero conocerme mejor, pero no sé cómo”
Los psicólogos recomiendan una serie de prácticas sencillas para cultivar el autoconocimiento, y lo mejor de todo es que cualquier persona puede realizarlas sin mayor esfuerzo:
Llevar un diario es una misión sencilla, aunque pueda parecer difícil al principio. Lo importante aquí es la calidad, no la cantidad, de modo que no hace falta forzarnos a escribir una página entera si nos sentimos cómodos resumiendo nuestro día en un párrafo. Un diario es un oráculo de nuestras memorias plasmado en papel, y cada vez que volvemos sobre ellas estamos, en realidad, volviendo sobre nuestros pasos, emociones y recuerdos: una maravillosa forma de aprender a escucharnos y entendernos mejor.
Practicar el arte de estar solo no tiene nada que ver con aislarse a una cabaña en el bosque. Una tarde en solitario en casa o un momento de silencio camino al trabajo también cuentan. Por supuesto, el objetivo de estar solos es escuchar nuestra voz interior, ser conscientes de nuestros pensamientos, y no “llenar el hueco” con distracciones.
La meditación es un recurso que no puede faltar en las listas de recomendaciones de los psicoterapeutas, particularmente, la meditación de atención plena o mindfulness. Esta práctica consiste en centrar nuestra atención en el momento presente, concentrándonos en aspectos concretos de nuestro entorno, como una lámpara, un sonido o la brisa. De acuerdo con la Asociación Americana de Psicología, las personas que practican mindfulness tienen una mejor consciencia de sí mismas, desarrollan la intuición, mejoran la modulación del miedo y aprenden a regular sus emociones.
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