El pésimo hábito de dejar las cosas para después

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Published on enero 24, 2019 with No Comments

 El arte de saber vivir.- Montones de trabajos que se nos van acumulando mientras perdemos el tiempo navegando sin rumbo en Internet, cursos de idiomas que hemos pagado y que están allí esperando a que nos decidamos a comenzar; dietas que dejamos para “mañana”, son actividades de todo tipo que postergamos. ¿Seremos capaces alguna vez de no dejar para mañana lo que podemos hacer hoy?

¿Qué es la procrastinación?
Hemos oído hablar de la evitación de hacer una tarea que “hay que hacer” o de posponer para mañana lo que se puede hacer hoy. La dilación no solo afecta el trabajo de una persona, sino también involucra sentimientos de culpa, incapacidad, disgusto, estrés y en ocasiones depresión. Muchas veces intentamos ocultar nuestra evasiva por estar ocupado haciendo cosas que pueden ser interesantes, e incluso útiles pero que no contribuyen a la meta principal.

Se dejan de lado las metas futuras que ocupan la corteza prefrontal y definitivamente nos vemos seducidos por las diversiones; aunque sabemos lo que deberíamos hacer, no queremos hacerlo y sencillamente nos atrae más la estimulación inmediata, nos distraemos por el camino. O dicho de otra forma: el sistema límbico se ejecuta de manera automática a un ritmo vertiginoso y, por lo tanto, a la conciencia le cuesta trabajo procesarlo y con mucha frecuencia los deseos nos llegan de manera incontrolable.

Más allá de postergar
Procrastinar no trata solamente de dejar algo para más adelante, aunque proceder de esta forma es parte integral de este mecanismo. La palabra procrastinación proviene del latín pro que significa “delante de, a favor de”, y crastinus, que significa “del día de mañana”. Debemos tener en cuenta que la prudencia, la paciencia y el dar prioridad pueden hacer que se posponga algo para más adelante, pero esto no tiene que ver nada con procrastinación. Para hablar de procrastinación es necesario posponer algo, pero de manera irracional; es decir, cuando posponemos tareas o proyectos de manera voluntaria pese a que nosotros mismos sabemos que esa demora nos perjudicará o nos pondrá a correr a última hora para no quedar mal con aquello con lo que nos comprometimos.

La procrastinación tiene que ver con todas esas metas que nos pusimos pero dejamos pasar porque nunca encontrábamos la motivación suficiente para dedicarnos seriamente a conseguirlas. Tiene que ver con la dieta aplazada indefinidamente, los trasnochos y prisas de última hora para entregar un proyecto con el que nos habíamos comprometido mucho tiempo atrás. También se relaciona con el desorden que se acumula en nuestro escritorio y esos archivos que esperan ser clasificados, mientras nos dedicamos a ver todas las temporadas de nuestras series favoritas de la tele o revisar las redes sociales. La procrastinación trata de los días que pasan sin que hayamos hecho nada de lo que deberíamos hacer; de los retrasos, las excusas, de las oportunidades perdidas y, a la postre, de nuestra frustración y sentimientos de haber malgastado las oportunidades.

En la procrastinación hay una pésima gestión del tiempo. En general, el individuo que procrastina suele “sobreestimar” el tiempo que le queda para realizar una tarea importante o bien, “subestimar” el tiempo que requiere -según sus propios recursos- para desarrollar la tarea. Muchas personas que procrastinan se auto engañan y exhiben una falsa sensación de autocontrol y autoconfianza. Por ejemplo, hagamos de cuenta que se nos dan tres semanas para presentar un ensayo, en nuestro interior estamos seguros de que solo necesitaremos un fin de semana para hacerlo, e incluso menos tiempo. No obstante, para nuestro pesar, el tiempo pasa y se acerca el plazo de entrega del ensayo. De repente, nos damos cuenta que no seremos capaces de cumplir cabalmente con el trabajo que se nos ha asignado. En ocasiones se logra desarrollar el trabajo a última hora pero no lo hacemos con la calidad esperada por los afanes y la presión; podríamos decir que: tapamos con el codo, lo que no hicimos con la mano.

¿Qué cosas hacen que procrastinemos?
Las causas pueden ser muchas y variadas, pero señalaré aquí las más comunes de acuerdo mi experiencia clínica:

1. Manejar el tiempo:
Una deplorable gestión del tiempo, muchas veces asociada con un sentido distorsionado (autoengaño) del tiempo que tenemos disponible.

2. La incapacidad para priorizar:
Con esto me refiero a que no sabemos proyectarnos en el tiempo de manera precisa. No damos relevancia a lo que realmente importa.

3. Los plazos largos:
Cuanto más lejos en el futuro esté la fecha de terminación de cualquier tarea, mayor será la demora y la motivación para realizar el trabajo se irá esfumando.

4. Sobrecargarse de tareas a una hora específica y sin medir las consecuencias:
Lo anterior se relaciona muchas veces con problemas de asertividad y la incapacidad de decir “no”, cuando uno no quiere o no tiene tiempo.

5. Sentirse abrumado(a) por la tarea:
La persona consume más tiempo en preocuparse en lugar de ponerse a desarrollar la tarea.

6. Dificultades para mantener la atención en la tarea asignada:
No saber con exactitud en qué consiste el trabajo y los requisitos necesarios para realizarlo (no leer las instrucciones a tiempo ni en detalle).

7. Dificultades para aplazar las oportunidades placenteras que aparecen de repente:
Un pensamiento dicotómico del “todo” o “nada”, donde un resultado poco acorde con las expectativas del individuo puede ser visto como una catástrofe.

Considerar que el trabajo es aburrido, y no sentir motivación alguna para realizar la tarea.

8. Incapacidad de postergar los reforzadores:
La modernización, la tecnología y el mercadeo traen consigo la procrastinación, ya que una cantidad de elementos globalizadores y vanguardistas (televisión, videoconsolas, los teléfonos inteligentes, redes sociales) se convierten con frecuencia en elementos claves para distraernos y alejarnos de nuestras metas.

La procrastinación es vista por algunos autores como una miopía emocional que solo es capaz de ver el presente. Dejar ilógicamente las cosas para más adelante en el tiempo es una tendencia, no se trata de una cosa inevitable. Si aprendemos a gestionar nuestro tiempo, priorizamos con acierto, mejoramos nuestras habilidades para organizarnos, reconocemos la importancia de desarrollar hábitos saludables, exploramos dentro de nosotros las causas nuestra procrastinación y fomentamos nuestras motivaciones intrínsecas, conseguiremos además de alcanzar un mayor número de metas, muchas satisfacciones y la tranquilidad que nos brinda el deber cumplido, a tiempo y a conciencia.

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