El arte de saber vivir.- Una hermosa frase de C.S. Lewis dice:
Algún día, serás lo suficientemente adulto para comenzar a leer cuentos de hadas otra vez”.
Quizás, Lewis se refería al singular caleidoscopio de la adultez, que hace que –llegada cierta edad– veamos la vida de forma distinta.
En el amanecer de la vida, los niños sueñan con crecer de prisa y experimentar los privilegios de ser un adulto. En el atardecer, parece que volvemos a los albores de la juventud (una juventud distinta), para ver con otros ojos lo que antes creíamos ordinario. Para aprender –esta vez, guiados por la sabiduría de los años– a soñar de nuevo, a volar de nuevo, a amar de nuevo.
El amor, como los jardines, florece eternamente
Enamorarse después de los 40 es una experiencia tan enriquecedora como enamorarse a los 20, sin embargo, cuando vivimos el amor bajo el pincel de la madurez, encontramos que nuestra forma de amar y ser amados es distinta.
Descubrimos que los fantasmas y distracciones del pasado no tienen ya cabida en nuestro esquema del amor, ya que hemos aprendido a ‘echar de menos’ sin apego, a ‘preferir’ en lugar de ‘necesitar’ y a tomar las riendas de lo que somos y sentimos.
El autoconocimiento (muchas veces, una herencia del divorcio y la viudez) nos permite abordar el amor como un proceso en el cual juega un rol definitivo la decisión de amar. Aprendemos que el orgullo y la testarudez marchitan el amor, comprendemos la importancia del merecimiento y del respeto, del perdón, la confianza y la comunicación.
Para quienes han visto partir de este plano al ser amado, el proceso de sanar y permitirse amar de nuevo puede ser lento y difícil, no obstante, cuando el amor florece de nuevo en sus corazones, encuentran una motivación para vivir y sonreír otra vez. No como un reemplazo de lo antes vivido, sino como un nuevo comienzo que trae banderines de esperanza y ganas de abrir los ojos por la mañana.
Lo bonito de los nuevos amores aplica también para quienes han descendido de barcos en alta mar, decepcionados y frustrados por no haber encontrado lo que esperaban del amor en un matrimonio añorado. En su caso, descubren asombrados con el tiempo que es precisamente la magia de amar lo que cierra las heridas del alma, y que, citando a F. Scott Fitzgerald: “Existe todo tipo de amor en este mundo, pero nunca el mismo amor dos veces”.
No existen límites para el amor, más allá de los impuestos por la mente
Un artículo publicado hace un par de años en la revista The Aging Male compara los estigmas en torno al amor y la sexualidad entre adultos mayores con el “asombro” que exhiben los niños cuando imaginan a sus padres teniendo intimidad.
Sobre todo en occidente, existe la idea errada de que las personas mayores de 40 no pueden experimentar el amor con la misma soltura y riqueza emocional que los jóvenes, al menos que sean “pervertidos” o personas “atrapadas en el tiempo”. La opinión de más de un experto difiere completamente al respecto:
Para empezar, hallar el amor después de los 40 puede ser el más increíble regalo de nuestras vidas. Hemos dejado atrás los “juegos de la juventud”, cuando el ego y el sexo tomaban las decisiones importantes, esto abre las puertas a experiencias más auténticas y transparentes; ¡no importa ser el Don Juan del vecindario, sino disfrutar cada minuto junto a nuestra pareja! El obsequio de la madurez es este: aprender a valorar y ver más allá de lo físico, con los ojos del alma.
Por otro lado, el néctar inagotable del amor puede hacer que muchos adultos recuperen el entusiasmo por la vida y se permitan experimentar aquellas vivencias “prohibidas” con las que siempre soñaron. ¡Esto es el amor, un nuevo comienzo! Y los nuevos comienzos siempre son sinónimo de renacimiento, de volver a empezar y hacerlo mejor que la última vez.
El factor tiempo y las experiencias de vida son otro plus a favor de los romances después de los 40. Mientras que muchas personas se habrán jubilado después de los 45, otras habrán vivido lo suficientemente para dar prioridad a las cosas que realmente importan: como la salud, la alegría y los pequeños placeres de la vida. Esta es la razón por la cual muchas parejas mayores deciden comenzar a recorrer el mundo, mudarse a la casa de sus sueños, aprender nuevas habilidades o simplemente dar un paso a favor de su propio bienestar sin importar el qué dirán.
El amor puede ser conjugado con la sabiduría de la experiencia para dar a luz el esplendor de la claridad. Un compañero de vida puede prolongar el brillo del entusiasmo en nuestros corazones si nos permitimos dejarlo entrar, si dejamos a un lado los estigmas y decidimos con la mirada puesta en la precisión del alma. ¡Nunca es demasiado tarde para volver a amar!
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