Con el fin de fomentar las actividades artísticas entre los jóvenes, la Vicerrectoría de Extensión y Difusión de la Cultura de la BUAP extendió sus cursos hasta la Biblioteca Central y empezó a impartir clases de pintura con un gran éxito entre los estudiantes.
La maestra Patricia Madrid, que aprovecha los espacios libres externos de este centro de estudio para que los jóvenes tengan toda la luz necesaria para realizar trazos, mezclar colores y plasmar su imaginación en la tela, señaló que la pintura, además de desarrollar la creatividad, genera un clima de tranquilidad interna.
Enseña a los jóvenes a trazar en su espacio pictórico y seguir los diferentes pasos básicos para que trabajen con gusto, armonía y estética. Es importante iniciar, pero sobre todo terminar la obra. Los alumnos empiezan con la copia y en la medida en la que se van soltando y conociendo el color, empiezan a crear.
“Algo interesante es que si a la hora de ir creando su cuadro, sienten que algo les falta buscan la forma de resolverlo, si se equivocan aprenden formas de corregir y a utilizar diferentes herramientas, habilidad que pueden aprovechar en sus estudios de licenciatura o preparatoria”.
Quienes se inscriben además de su carrera, adquieren otras herramientas que les pueden ayudar en el futuro, además de que tienen la oportunidad de convivir con estudiantes de otras disciplinas y conocer lo que hacen y aprenden.
En estas clases, que son gratuitas para los universitarios de la BUAP, se aprende a desarrollar trabajo en equipo, lo que es importante porque cuando salgan al mercado laboral se encontrarán con personas que desarrollarán actividades similares o diferentes a las que ellos tendrán y sabrán como relacionarse, consideró la maestra Madrid.
Aseguró que las actividades artísticas también les ayudan a fortalece su autoestima, porque descubren que pueden enfrentar retos diferentes, además de que desarrollan el gusto el arte y emprenden nuevas actividades.
“La pintura también es económicamente productiva. Me ha tocado ver que cuando los jóvenes ya están terminando su cuadro, llega alguien y les pregunta si se los pueden vender. Esto les da confianza de que lo que crean les gusta no solo a ellos mismos, sino que también a otros”.
Consideró que trabajar al aire libre es el mejor espacio que se puede tener, porque en la pintura es mejor la luz del día. Hay estudiantes que no sólo se quedan con un curso sino que continúan con otros para seguir aprendiendo.
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