La cochinilla mexicana, ese pigmento utilizado desde la época precolombina en Mesoamérica, es el principal elemento utilizado por Tania Kumpermond para cuestionar, a través de sus obras, la capacidad del ser humano para percibir la realidad objetiva.
Estados mentales colonizados es el título de la exposición montada por la artista alemana en la Casa de la Bóveda de la Vicerrectoría de Extensión y Difusión de la Cultura; en ella recoge su experiencia en México y la expresa con base en el principio de que la realidad es percibida por cada individuo de acuerdo a sus cualidades personales.
La cochinilla, afirma la pintora, es un elemento de estas obras “que muestran la realidad que he percibido en este tiempo pasado en México. Ahí está lo que yo vi del mestizaje, de la cultura afroamericana, de los testimonios de la realidad colonial”.
Kumpermond, como prefiere ser identificada, reconoce que en muchas de sus obras hay una expresión trágica, pero puntualiza que los significados no dependen sólo de la imagen, sino que “seguimos limitando nuestra percepción de la verdad a pedazos y patrones iconográficos provistos por otros”.
Se acerca a uno de sus cuadros, señala el entorno de la figura humana, doliente, quizá agonizante. Lo importante, dice, es que la figura está definida por este entorno, es éste el que la define. Luego muestra un antebrazo con la mano extendida que llega al rostro de la imagen.
Aquí se muestran los estados mentales colonizados, esto es, el contexto desde el cual se interpreta la imagen. Unos podrán ver que la mano golpea el rostro del hombre, pero otros percibirán, por el contrario, que lo auxilia. Esto es una muestra de la verdad colonizada, afirma.
La artista utiliza diversas técnicas que rompen a su vez, muchos paradigmas de las artes plásticas. Al fondo de la sala Jiménez de las Cuevas de la Casa de la Bóveda, un cuadro presenta en primer plano el busto de un clérigo de vestiduras rojas; su rostro cubierto por una máscara; atrás de él una mano abierta.
Al pie del cuadro un metate y sobre él varias narices de barro, de diferentes formas y tamaños. “Vea -dice señalando la máscara que cubre el rostro del clérigo-, no tiene nariz; podemos tomar de acá la nariz que queramos y ponérsela al cuadro; han narices anchas o delgadas, pequeñas o grandes; de ella depende que identifiquemos el significado de la obra”.
Tania Kumpermond es originaria de Múnich, Alemania, y es la primera vez que expone sus obras en México. Estados mentales colonizados se exhibe en la sala Jiménez de las Cuevas de la Casa de la Bóveda (Palafox y Mendoza 406, Centro Histórico), hasta este viernes.
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