Por: Omar Sánchez Chávez.
Teotitlán del Valle, Oaxaca. Para telares de lana, sólo los de Teotitlán del Valle, ya lo dice Luis Miguel en su canción “México en la Piel”, rezando lo siguiente: “O una lana tejida en Teotitlán, Así se siente México, así se siente México”.
Y es que Oaxaca, al ser un estado místico; rico en cultura, gastronomía, arte, fauna, flora, música, no podría quedar atrás la vestimenta típica que hasta el día de hoy portan orgullosamente los oaxaqueños, herederos de culturas prehispánicas, mezclados con la cultura española.
A 30 minutos de la capital oaxaqueña, por la carretera federal 190, se encuentra Teotitlán del Valle o Teocactitlán, del náhuatl “tierra de dioses”, antes de llegar a esta población de origen zapoteco; podemos apreciar los bellos paisajes de los valles centrales oaxaqueños, observado montañas adornadas por la vegetación árida propia del lugar, así como agaves silvestres y también sembradíos de Agave del cual se obtiene el apreciado y sagrado Mezcal, bebida típica y símbolo del noble pueblo oaxaqueño.
Ya en el pueblo de Teotitlán, nos sorprenden las pintorescas casas con amplios corredores adornados con telares, huipiles y sarapes que se mecen con el fresco aire proveniente de las montañas, esto es señal de que la mayoría de esta comunidad se dedica a la venta y fabricación artesanal de bordados.
Las casas de esta comunidad zapoteca; son talleres artesanales de tejedores que saben manejar muy bien la lana de borrego y especias como: la famosa grana cochinilla, huizache, cáscaras de frutas, hiervas, musgo, piedras y demás de la cual obtienen el tinte natural para pintar sus telares.
Un artesano con amabilidad nos recibe y nos muestra la forma laboriosa y meticulosa con que cepillan manualmente la lana de borrego; para hacerla hilo, que previamente ya fue lavada; después debe ser hilada y ordenada en grandes manojos. Después viene la coloración mediante tintes naturales, y la que más cautiva es la grana cochinilla, que es un insecto que se reproduce en las pencas del nopal, y al secarlo con mucho cuidado, se pone blanco. Pero al aplastarlo brota un color rojo; que el artesano señala no es sangre, la grana al ser mezclada con jugo de limón o ciertos minerales puede adoptar un rojo carmesí, y hasta un color morado. La obtención de este tinte se hacía desde la época prehispánica, pasando por la colonial y preservada hasta la actualidad.
Con cáscaras de granada hervida se obtiene un color naranja, se utilizan diferentes especias y frutas que al ser fermentadas y hervidas con un poco de mezcal; se sumerge en ellas los hilos de lana y adquieren colores vivos, brillantes sin ningún químico industrial, ya que al ser lavados estos tapetes o hilados no se despintan, en comparación con los industriales.
El telar es tradicional, se trabaja manualmente y arduamente por más de ocho horas diarias. Cada artesano realiza la creación del tamaño de sus tapetes, sarapes, rebosos y los bordados pueden incluir figuras geométricas de Mitla, arte popular, dioses prehispánicos, fauna y flora silvestre, cacao, Frida Kahlo, Diego Rivera, paisajes mexicanos o cuadros europeos, así como creaciones originales y únicas, propias de la fantasía, creatividad, cosmovisión y mente de estos artesanos oaxaqueños. No cabe más que decir, que Teotitlán nos recibe con los brazos abiertos; donde además podremos degustar un rico Mezcal de aquella región.
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