Notimex. Al dictar una conferencia a propósito del centenario del natalicio de Octavio Paz (1914-1998), Fabienne Bradu expuso que el Premio Nobel de Literatura sostuvo una permanente relación, no exenta de conflictos y reencuentros, con los principales poetas de Chile: Vicente Huidobro, Pablo Neruda, Gabriela Mistral y Gonzalo Rojas.
En el acto, organizado por la filial chilena del Fondo de Cultura Económica (FCE) y la embajada de México en Chile, la reconocida biógrafa del literato, nacida en Francia y radicada en México desde 1976, hizo una reflexión sobre la relación de Paz con los poetas chilenos, nacida de su lectura y de su conocimiento personal de ellos.
Bradu tituló su ponencia “Lazos de Sol y Sombra”, a fin de caracterizar “lo que fue la relación de Octavio Paz con Chile”, país que, por razones ajenas a su deseo y voluntad, nunca llegó a visitar.
En abril de 1985 tuvo programado visitar Chile, pero no lo hizo a causa de la permanencia del dictador Augusto Pinochet en el poder, recordó la escritora y ensayista.
A pesar de que nunca pisó tierra chilena, “cultivó con los poetas de Chile una apasionada y prolongada relación que literalmente se detuvo el día de su muerte, el 19 de abril de 1988”, mencionó Bradu.
“Yo he tenido suerte con los poetas, con los chilenos”, escribió Octavio Paz en un texto motivado por el Centenario de Gabriela Mistral, indicó la Doctora en Letras Romances, por la Universidad de La Sorbona.
En efecto, agregó, “conoció sucesivas temporadas de encantamiento con Vicente Huidobro, Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Gonzalo Rojas y el pintor Roberto Matta”.
“Los conoció a todos y recíprocamente ellos le manifestaron estima y afecto”, apuntó.
La también investigadora literaria de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) expresó que “a cada uno de estos nombres corresponde una época y una batalla de Octavio Paz, para fijar su poética y situarse en la historia del continente”.
Pero, indicó, “también entraña un ominoso revés que culminó con un episodio pirotécnico, cuando dos de los volcanes de la poesía en lengua española hicieron erupción en cada extremo de América Latina”.
A la Premio Nobel de Literatura 1945, Gabriela Mistral (1889-1957) , Paz la concibe como “una especie de gran madre continental, como si Chile atesorara las mismas diosas cautivadoras y terribles del México prehispánico”.
Para Paz, la poesía de Mistral “es un manantial que brota entre rocas adustas, en un alto paisaje frío, pero calentado por un sol poderoso”, explicó Fabienne Bradu.
Sin embargo, dijo, “el fantasma nerudiano recorre más de un verso del joven Paz, quien a la par de todos los poetas de una generación de Hispanoamérica, difícilmente se sustrajo al sortilegio avasallador del autor de Residencia en la Tierra”.
Pero un episodio más político que literario, la exclusión de algunos poetas en la antología de poetas hispanos “Laurel” -preparada entre otros por Octavio Paz-, los separa y confronta, hasta llegar prácticamente a las manos, al final de una cena.
Esto significó una ruptura, “un incómodo silencio de 25 años”, mencionó Bradu, recordando el episodio.
La reconciliación tuvo lugar hasta 1967, durante un encuentro en Londres, Inglaterra, pero Paz mantuvo sus críticas a Neruda, a causa de “la ideología y la abundancia”.
Sin embargo, “Octavio Paz finalmente resumió su opinión sobre Neruda señalando: Bien editado, el chileno sin duda surgiría como el más grande poeta hispanoamericano del siglo XX.
“Me ha parecido necesario apuntar todos estos reparos, para decir lo que hace mucho quiero decir: Pablo Neruda es el poeta más amplio, hondo y humano de su generación en América y en España.
“No digo que sea el más perfecto, sino el más vasto y variado. También con frecuencia el más intenso, ora desgarrador, ora risueño. A un tiempo, simple y misterioso. Un poeta inmenso”, citó Bradu.
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