Puebla vive el amor de Dios, en procesión de Viernes Santos

Foto: Gabriela García Guzmán

Por Gabriela García Guzmán.

Este día las calles de la ciudad de Puebla se convirtieron en el recinto con mayor fervor y amor, debido a que 120 mil fieles presenciaron la Procesión de Viernes Santo, donde cada uno de los espectadores revivieron la Vida, Pasión y Muerte de Jesús.

Las cinco imágenes que presidieron la procesión salieron de sus templos en punto de las 08:00 horas para ser preparados y reunir a sus contingentes, para posteriormente iniciar la caminata en punto de las 10:00 horas hacia el atrio de la Catedral Poblana, donde esperaron a que Monseñor Víctor Sánchez Espinoza diera el primer mensaje, donde pidió a los feligreses a vivir este encuentro con Dios y en contemplación.

En punto de las 12:00 horas comenzaron a salir al recorrido, siendo la Virgen de la Soledad la imagen en abrir el recorrido después Jesús Nazareno, La Virgen de Dolores, Jesús de las Tres de Caídas y la imagen que cerró el recorrido fue El Señor de las Maravillas, debido al contingente tan grande que llevan.

La gente aglomerada en las banquetas aplaudía, cantaban y derramaban lágrimas para demostrar su amor por Jesús que dio su vida por ellos, así como elevaron plegarías para lograr un mejor mundo y conseguir la paz interior que buscan.

Foto: Gabriela García Guzmán

Cabe mencionar que esta procesión se está considerando como la segunda más importante del país, tras la que se realiza en Zacatecas, hay que especificar que en dicho estado la gente sólo es espectadora de este evento, y en Puebla la gente se va uniendo a los contingentes y procesionan con las imágenes.

La imagen más venerada es El Señor de las Maravillas, debido a la tradición y a la fe que le tienen los católicos poblanos y de otras entidades, es una imagen milagrosa a decir de la iglesia mundial y de los propios feligreses.

En punto de las 15:00, Sánchez Espinosa dio el último mensaje donde pidió a los católicos adorar a un Cristo consagrado, ya que no se tiene que festejar a un Cristo Muerto, sino al que dio a la vida por todos y por el que resucitará al tercer día en el amor de Dios.