Notimex.- El pintor español Mariano Salvador Maella, quien junto con Francisco de Goya conquistó a través de diferentes técnicas las artes plásticas durante la segunda mitad del siglo XVIII, falleció hace 195 años, el 10 de mayo de 1819.
El creador, de quien la mayoría de los recintos religiosos más importantes de España conservan trabajo suyo, recibió el amor por el arte desde los primeros años e vida.
Nació en Valencia, España, el 21 de agosto de 1739, hijo del también pintor del mismo nombre, y en el futuro se habría de convertir en uno de los mejores pintores españoles de la historia.
Heredero de la profesión de su padre, en 1750 se trasladó a Madrid para ingresar en el estudio de dibujo del escultor Felipe de Castro, y posteriormente se integró a la recién fundada Academia de San Fernando, en donde recibió clases de Antonio González Velázquez.
De acuerdo con información de la página electrónica del Museo Nacional del Prado, al concluir sus estudios y con fundamentos del barroco tardío, el pintor se traslado a Roma en 1757, donde inició su carrera profesional con un encargo para la iglesia de la comunidad española de los Santos Inocentes.
No obstante, los elementos barrocos adquiridos en su primera etapa profesional los dejó atrás a su regreso a la capital española, donde comenzó a realizar trabajos como fresquista para el Palacio Real de Madrid, entre otros recintos reales, bajo la tutela de Antón Raphael Mengs, de quien recibiría influencia decisiva del estilo neoclásico.
Para 1774 se le nombró pintor de cámara y algunos de los frescos decorativos que realizó en el Palacio Real de Madrid son “El tiempo descubriendo la Verdad”, “Hércules ante la Virtud y el Vicio”, “La apoteosis de Adriano” y “La unión de las Virtudes Cardinales”, según información publicada en el portal “arteespana.com”.
Tras la salida de Mengs, Salvador Maella, junto con el igualmente pintor Francisco Bayeu, fue considerado uno de los mejores fresquistas de Palacio.
Sin embargo, lo anterior originó cierta rivalidad entre ellos, aunque en algunas ocasiones se les encargaron obras en común, como en la colegiata de La Granja o en la Catedral de Toledo, en donde entregó seis grandes lienzos de altar y una serie de alegorías.
Posteriormente, debido a los encargos de corte religioso, el pintor valenciano dedicó su obra a la “Inmaculada”, pieza requerida continuamente por diversas iglesias y particulares, aunque una de las más conocidas es la que realizó para el Oratorio de Damas del Palacio Nuevo.
De acuerdo con la misma fuente, al mismo tiempo que se desarrolló como retratista oficial de la Casa Real, colaboró en la Real Fábrica de Tapices.
Dentro de las pinturas más destacadas encargadas por la realeza se encuentran el retrato de “Carlos III con el hábito de su Orden”; el de la “Infanta Carlota Joaquina”; “La familia de Carlos IV” y un “Autorretrato”.
En lo más alto de su carrera, Carlos IV le concedió en 1799 el reconocimiento de primer pintor del rey, título que compartió con Francisco de Goya. Después de haber sido uno de los mejores pintores españoles de la Ilustración, Mariano Salvador Maella murió el 10 de mayo de 1819, en Madrid.
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