Cambio climático hace necesario protección proactiva de salud pública

Notimex.Los difíciles escenarios que plantean los conocimientos actuales en cambio climático, hacen necesario pasar de un criterio reactivo a uno proactivo, para proteger la salud pública, advirtió Ana Rosa Moreno Sánchez, catedrática de la UNAM.

En su calidad de integrante del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), al que pertenece desde 1995, recordó que la salud pública cruza por todos los ámbitos donde repercute el cambio climático.

En ese sentido, recomendó a los gobiernos, y en particular al mexicano, crear mapas de riesgo detallados en materias de sequías, ondas de calor, inundaciones, deslaves y otros riesgos, para proteger a las poblaciones más vulnerables, sobre todo las personas en situación de pobreza.

Además, si los pronósticos científicos sobre cambio climático están planteados en escenarios hacia el año 2050, lo lógico es, también, plantear las políticas públicas en un escenario de tiempo similar.

Y es que, recordó, con el cambio climático se pueden incrementar los eventos extremos como sequías, tormentas, y ondas de calor, que derivarían en problemas graves de salud: deterioro en la calidad del agua, cambios en patrones de enfermedades y mayor mortalidad y morbilidad.

Además, por lo menos en el caso de México la infraestructura es frágil en general, incluyendo por ejemplo los sistemas de abasto de agua potable e incluso las propias instalaciones del sector salud, muy vulnerables a los fenómenos extremos.

En ese sentido, Ana Rosa Moreno, bióloga por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y maestra en Ecología Humana por la Universidad de Texas, sugirió a los gobiernos de los tres niveles trabajar en los mapas de riesgo y acercarse a las comunidades para involucrar a la sociedad en las soluciones.

Advirtió que de nada sirve llevar el conocimiento científico a las comunidades, si no se genera entre ellas la confianza de que las soluciones puedan funcionar.

Por ejemplo, recordó el caso de Bangladesh, donde hace algunos años se instaló un sofisticado equipo de alerta temprana para inundaciones y cuando vino el fenómeno, se descubrió que muchas mujeres y niños murieron.

Esto se debió a que, en ese país, la mujer no sale de su casa si su marido no la autoriza a hacerlo. En ese caso, el sistema de alerta no funcionó, porque no se tomó en cuenta a la población –y sus costumbres— para diseñarlo.

Por ello, hace falta involucrar a las comunidades, las autoridades y al sector salud en su conjunto, para tomar las medidas pertinentes en materia de salud pública, relacionadas con el cambio climático.

Por ejemplo, un equipo de la UNAM está realizando un estudio en Teziutlán, Puebla, para diseñar un sistema de alerta de deslaves, donde de forma simultánea también se está elaborando un estudio de percepción de riesgos por parte de los ciudadanos.

La idea es participar con los ciudadanos para “bajar el conocimiento científico a la gente” y generarle confianza en que los sistemas van a funcionar, si bien la clave está en el respeto a las comunidades y el compromiso de quienes realicen esta labor.