El contrabando de armas hacia Siria desde los países vecinos y sobre todo desde Líbano prospera a medida que se prolonga la revuelta popular contra el presidente Bashar al Asad, aunque los traficantes no parecen atraídos por motivos políticos, sino por el simple afán de lucro.
“Las redes de traficantes activos desde hace años a lo largo y ancho de la frontera parecen haberse reconvertido en el sector de las armas desde hace meses”, dijo Peter Harling, experto del International Crisis Group (ICG), basado en Damasco.
“Un mercado se creó rápidamente en Siria, donde contrariamente a Líbano, Irak, Yemen o Libia, había pocas armas en circulación”, añadió.
Pero “a estas alturas, no se puede hablar, como lo hace el régimen, de un papel significativo de patrocinadores extranjeros”, aseguró el experto.
Desde su punto de vista, “hay gente que compra armas para la autodefensa y por miedo a represalias. Los alauíes se armaron mucho por miedo a represalias. Y de parte de los manifestantes (mayoritariamente suníes), crece la tentación de defenderse, porque el régimen hace pagar un precio cada día más alto a la población”.
Según la ONU, más de 3.000 personas murieron en Siria durante la represión desde el 15 de marzo.
“A medida que la crisis aumenta, se está estableciendo una cierta economía de la violencia”, resumió Harling.
En las últimas semanas, varios libaneses y sirios sospechosos de tráfico de armas fueron detenidos en Líbano.
Según un diplomático occidental en Beirut, el tráfico de armas hacia Siria es ante todo el fruto de “iniciativas individuales. Algunos traficantes podrían tener simpatías políticas, pero esto no significa que los partidos apoyen el contrabando”.
“Siria envió armas durante años a Líbano. Hoy en día, resulta que ocurre lo contrario”, ironizó el diplomático, quien pidió el anonimato, señalando también la llegada de armas desde Turquía e Irak.
Las autoridades sirias acusan al movimiento pro-occidental de Saad Hariri de contrabando de armas y de financiar “bandas terroristas”, lo que desmiente el ex primer ministro libanés.
Pero el mercado de armas se está revelando próspero. “Los sirios compran todas las arman y hacen que los precios aumenten”, dijo un vendedor de armas con licencia, que pidió el anonimato. La mayoría de las armas vendidas son de la guerra civil libanesa (1975-1990) y otras llegan desde Irak, explicó.
Según un vendedor que trabaja ilegalmente, “el precio de un kalashnikov de segunda mano pasó de 700/800 dólares a 1.300/1.500 dólares”.
Los clientes sirios prefieren el kalashnikov de fabricación rusa o china a las armas automáticas iraquíes o iraníes.
El precio de la granada pasó de 5 a 10 dólares, el del cohete de 70 a 200. Los fusiles de caza semiautomáticos también son muy buscados. Importados desde Turquía por 170 a 200 dólares, se venden por 400 o 500.
Desde julio, el ejército sirio aumentó las medidas de seguridad, pero no logró detener el tráfico de armas.
“Hay más de 50 pasos fronterizos ilegales entre Siria y Líbano. Es imposible desplegar un soldado en cada metro” de la frontera que cuenta con 330 km, dijo el experto militar Elias Hanna.
Según el diplomático occidental, el poderoso partido armado Hezbolá, aliado de Damasco, reforzó su control en la frontera para controlar el tráfico.
Pero “las armas ligeras que entran en Siria no pueden revertir el equilibrio de las fuerzas”, salvo si países vecinos, como Turquía, deciden retirarle su apoyo al régimen de Asad, dijo Hanna. “Entonces, las armas sí que serán determinantes. Pero no creo que esto suceda pronto”, añadió.
Foto del 11 de marzo entregada por la agencia oficial siria SANA muestran armas que las fuerzas de seguridad dicen haber incautado tras su contrabando desde el vecino Irak. El contrabando de armas hacia Siria prospera a medida que se prolonga la revuelta contra el presidente Bashar al Asad, aunque los traficantes no parecen atraídos por motivos políticos, sino por el simple afán de lucro.
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