Notimex.- Con sonatas y obras de su autoría, así como de compositores como Wolfgang Amadeus Mozart y Alberto Ginastera, los pianistas Héctor Infanzón y Alberto Cruzprieto sorprendieron anoche durante una virtuosa y brillante presentación en el Teatro de la Ciudad ‘Esperanza Iris’.
En el espectáculo ‘Máscara contra cabellera, pianos a dos de tres caídas sin límite de notas’, Infanzón y Cruzprieto se enfrascaron en cautivante duelo musical, en el que mostraron no sólo sus talentos, sino su extraordinaria habilidad para tocar sus instrumentos.
Ambos exponentes del piano unieron su capacidad de interpretación en una gran velada, en la que la técnica clásica y la disciplina de Cruzprieto se hicieron presentes, al igual que la libertad e improvisación de Infanzón.
Al más puro estilo de la lucha libre, estos dos grandes exponentes invitaron al espectador a viajar por el lenguaje del piano, en el que cada uno interpreta y transmite una sensación individual para converger en la idea de la música como lenguaje compartido de dos maneras que contrastan al expresarse.
El primero en aparecer sobre el escenario fue Cruzprieto, quien portando elegantemente un traje en color negro con moño y zapatos de charol, se llevó una ovación; detrás de él Infanzón, quien además de los aplausos, despertó las risas, pues su vestuario, no fue tan elegante como el del Cruzprieto, ya que en lugar de zapato casual usó tenis negros.
Enseguida, ambos se pararon frente al escenario y como dos buenos contrincantes se miraron frente a frente, retándose y extendiendo aun más las risas de un público que en todo momento los celebró.
Instantes después, cada uno se postró en su piano y ‘la magia musical’ se hizo presente cuando tocaron la ‘Sonata para dos pianos K 448′, de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), con la que engalanaron el recinto de la calle de Donceles.
Detrás de ella, Cruzprieto continuó la velada con ‘Man and love’ y luego Infanzón hizo lo propio con ‘Cuadro’, una obra de su autoría con la que también los aplausos se hicieron presentes.
Entre pieza y pieza, ambos pianistas se alternaron, derrochando talento y presentando dos formas distintas de entender el idioma del piano para que así el espectador creara la suya.
Uno de los momentos más sobresalientes del duelo, fue cuando intercambiaron pianos e Infanzón tocó la ‘Sonata I’, de Alberto Ginastera (1916-1983), pieza en la que el virtuosismo del pianista deleitó a los presentes.
Así, bajo la óptica de la lucha libre, Cruzprieto jugó el papel de técnico por su impecable disciplina y precisión, mientras que Infanzón fue el rudo, al recorrer elementos del folclor mexicano enmarcados en su propio sonido para lograr un mano a mano.
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