Muy Interesante.- Los científicos llevan años tratando de identificar el factor que lleva a los humanos a actuar de forma desinteresada en muchas ocasiones.
Se sabía que compartimos esta tendencia con algunas especies de pequeños primates de la familia Callitrichidae (tamarinos y titís), que viven en América Central y del Sur.
Algunos expertos habían sugerido a partir de ese dato que el cuidado cooperativo y solidario por los más jóvenes propio de esos monos sería el origen del comportamiento que nos impele a ayudar espontáneamente a los otros. Sin embargo no estaba claro el papel que podrían jugar otras especies de primates, pues no había estudios comparados hasta la fecha.
Ahora, un equipo de investigadores suizos, alemanes, austriacos, italiano y británicos, liderados por la antropóloga Judith Burkart, de la Universidad de Zurich, han desarrollado un nuevo método sistemático que analiza el comportamiento altruista espontáneo de forma estandarizada y que se puede aplicar a otras muchas especies de simios para su estudio, publicado en Nature Communications.
Se trataba de comprobar con un aparato movido por una palanca que suministra comida, si los individuos de una especie concreta de primates estaban dispuestos a proveer con alimentos a otros miembros del grupo, incluso aunque eso les llevara a privarse ellos mismos de parte del rancho.
El test se hizo con 24 grupos sociales de 15 especies distintas de monos. También analizaron los actos altruistas de niños de entre 4 y 7 años. Los investigadores comprobaron que la tendencia a ayudar y proveer a otros variaba notablemente entre unas especies y otras. Según Burkart, “humanos y monos Callitrichidae tienen un comportamiento muy altruista y casi siempre están dispuestos a invitar a otros compañeros del grupo.
En cambio los chimpancés, que son nuestros parientes más próximos, solo lo hacen esporádicamente”. Igualmente, otros muchos monos, como capuchinos y macacos, apenas dan comida a sus congéneres, a pesar de que poseen considerables habilidades cognitivas.
Hasta hora, la mayoría de los expertos asumían que el comportamiento altruista espontáneo en primates respondía a factores que compartían con los humanos: capacidades cognitivas avanzadas, cerebros grandes, alta tolerancia social, búsqueda de comida en común y fuertes lazos sociales o de pareja. Pero según el estudio de Burkart, ninguno de estos factores implica necesariamente que una especie vaya a tener conductas altruistas.
En cambio hay un factor importante que sitúa a los humanos aparte de los grandes simios en esta cuestión: “el comportamiento altruista espontáneo se da exclusivamente en especies en las que el cuidado de los jóvenes no está solo a cargo de sus madres, sino también de hermanos mayores, padres, abuelos, tíos y otros miembros del grupo. Es lo que se llama alimentación cooperativa”.
Del estudio se deduce que el comportamiento cooperativo favoreció la evolución de nuestras excepcionales capacidades cognitivas. En la fase de su desarrollo, los niños construyen gradualmente sus aptitudes a partir de una extensiva red de ayuda desinteresada por parte de sus padres y otros adultos. Los investigadores creen que eso fue lo que encaminó a nuestros ancestros hacia la excelencia cognitiva.
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