Notimex.- La presencia de huracanes en el norte de la península bajacaliforniana es un hecho aislado por la barrera natural de sus aguas heladas provenientes de Alaska, mientras en la parte sur se alimentan de este líquido relativamente caliente.
El investigador del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (Cicese), Luis Humberto Mendoza Garcilazo, recordó que todo huracán se alimenta principalmente de la energía calorífica almacenada en los océanos.
El agua es el elemento natural que absorbe mayor energía, por lo que los océanos son los mayores receptores, y es en la cálida agua superficial donde inicia un huracán, va creciendo y se comienza a trasladar en movimientos de espirales.
Refirió que en latitudes de trópicos existen aguas relativamente calientes donde se mueven estos fenómenos, como es el caso de Baja California Sur.
Sin embargo, al llegar al paralelo 28, que es el que divide la península en dos estados, se topan con la masa de agua fría, agregó el especialista en sismología de uno de los centros de investigación más importantes del noroeste.
Ello provoca que los meteoros comiencen a debilitarse hasta extinguirse, pues éstos siempre buscan las aguas cálidas o donde haya calor, resaltó.
Sin embargo, el maestro en Ciencias manifestó que suele suceder que los huracanes a esta altura, buscando calor, entren a tierra para cruzar la península cuya longitud no es muy amplia y lo puede lograr fácilmente.
Sólo que también sucede que estos fenómenos, cuando entran a tierra se debilitan, pues en estas regiones no es almacenadora de calor, aunque al cruzar por el desierto retoman energía y llegan a Sonora, donde finalmente se disipan.
Expresó que la barrera natural de Baja California contra los huracanes que proceden de Baja California Sur, son las corrientes de agua, aunque algunos, como fue el caso de Odile, tocan algunos puertos de esta entidad norteña.
Mendoza Garcilazo recordó que existen trayectorias históricas de algunos huracanes.
“Tenemos cinco o seis huracanes en los últimos 150 años que han logrado llegar a las altitudes de Mexicali y Ensenada, pero ya no con la magnitud ni fuerza, sino como tormentas tropicales”, manifestó.
Refirió que esta situación puede ser peligrosa para las ciudades de Baja California, “pues al ser zonas de no huracanes, las calles y carreteras no están preparadas”.
Con esa situación, aunque los huracanes “son eventos extraordinarios que ocurren en décadas, estos fenómenos nos toman desprevenidos”, afirmó.
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