EFE. Casi cincuenta años han tenido que pasar para que vean la luz una fotos de Ernesto “Che” Guevara, tomadas tras su muerte y llegadas a España por medio de un misionero, cuya familia ha guardado estos clichés realizados por un periodista de la AFP.
“Mi tío las trajo cuando vino para la boda de mis padres, que se casaron a finales de noviembre de 1967”, relata Imanol Arteaga, sobrino del misionero Luis Cuartero Lapieza, que durante “once o doce años” predicó en la ciudad boliviana de Sucre.
“Mi tía y mi madre me cuentan que se las dio un periodista francés”, relata Arteaga, ahora depositario de los ocho clichés en blanco y negro, que su tío, al que estaba muy unido, trajo de Bolivia.
Tras la muerte de Cuartero en 2012, Arteaga, concejal del pequeño pueblo de Ricla (Aragón, noreste), se quedó como recuerdo con algunas pertenencias de su tío.
“Y entonces me acordé de las fotos del Che y mi tía no dudó ni un minuto: ‘sí, sí, sé donde están'”, relata Arteaga, que añade que unos días después le dio un sobre con estas fotos, que habían estado bastante tiempo en la casa familiar de Castiliscar junto a otras imágenes tomadas en Bolivia.
Intrigado por estas instantáneas, Arteaga inició entonces una pequeña investigación empezando por su origen: “un periodista francés”.
En un buscador de internet, “puse +periodista francés Che muerto+ y salió Hutten y unas fotos que son clavadas a las que tenía yo”, explica.
El Che y Tamara Bunke
Arteaga cree, así, que las fotos se las dio a su tío el reportero francés de la AFP Marc Hutten, autor de las pocas instantáneas en color hasta ahora conocidas que inmortalizaron el momento cuando el ejército boliviano expuso el cuerpo del guerrillero en el pueblo de Vallegrande (a 150 km al suoreste de Santa Cruz).
“Si le pidió (al misionero) que trajera las fotos sería porque era el único europeo que en ese momento se iba” de Bolivia, por si él mismo tenía algún problema para sacarlas, considera Arteaga.
Las fotos parecen corresponder a distintos momentos ya que en unas aparece el cuerpo del famoso médico argentino, convertido en mito revolucionario, vestido con una cazadora abierta, mientras en otras parece sin la chaqueta y dispuesto para ser mostrado.
También hay una foto de una compañera del Che en Bolivia, Tamara Bunke, alias Tania, y otra que supuestamente muestra su cádaver en una camilla, con una camiseta y la cara manchadas.
Hutten, que murió en 2012, “nos dijo que había enviado cuatro o cinco carretes a la AFP en París” del cadáver del Che, relata Sylvain Estibal, responsable de fotografía de AFP para Europa y África.
Valor sentimental
Sin embargo, cuando Hutten pasó por París unos meses después de la muerte del Che constató que “sólo había unas pocas fotos de su reportaje. Dónde fueron a parar el resto sigue siendo un misterio”, añadió Estibal.
Arteaga ni siquiera había pensado en hacer públicas las fotos entregadas a su tío, hasta que habló con unos reporteros de un periódico local, El Heraldo de Aragón, que se pusieron en contacto con él por otro asunto.
Estos periodistas incluso le ayudaron a hablar con un experto que le aseguró que el papel en que están positivadas dejó de fabricarse hace tiempo, confirmando la época en que se hicieron.
“Lo que me importaba de esas fotos es que eran de mi tío, su valor sentimental”, afirmó, antes de asegurar que “ahora me doy cuenta de que tienen un valor histórico”, aunque no piensa desprenderse de ellas.
Este concejal, que aún se emociona cuando recuerda a su tío, asegura que “en los últimos 14 años” hasta su muerte “hablábamos todos los días”, pero que nunca le preguntó por esas fotos o su autoría.
“Las fotos es una de esas conversaciones que se me quedó en el tintero”, concluyó.
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