Notimex. El muro de acero localizado en el límite entre Sonora y Arizona es un punto de encuentro y desencuentro entre dos países, sin embargo, para los residentes fronterizos toma relevancia y muchos significados.
Construido desde principios de 1993, ahora divide a las zonas urbanas limítrofes de esas dos entidades, además de prolongarse hacia la región desértica, que en México se llama de Altar y en Estados Unidos, desierto de Yuma.
Dicha valla metálica fue levantada con placas que antes fueron utilizadas en la Guerra del Golfo Pérsico, para tender aeropuertos móviles en la arena del desierto, comentó el en aquel entonces alcalde de San Luis, Arizona, Marco Antonio Reyes.
Paralela al muro ubicado en el límite binacional, desde principios del siglo XXI se construyó otra cerca unos 50 metros adentro de la Unión Americana, para evitar todavía más el cruce de indocumentados, según la Patrulla Fronteriza.
De acuerdo con cifras del ayuntamiento local, antes del año 2000 eran repatriados hasta 100 mil connacionales por la aduana local, pero el reforzamiento de la cerca originó menos cruces y, por lo tanto, menos deportaciones, que apenas llegaron a 21 mil en 2013.
El gobierno de San Luis cuenta con los números del fenómeno migratorio, debido a que la Ley Estatal de Atención al Migrante obliga a los municipios a prestarles diversos servicios gratuitos a los nacionales repatriados.
Mientras ambientalistas de otras partes del mundo y funcionarios de distintos países tienen sus propias reprobaciones contra esa infraestructura, para los habitantes de esta frontera, el muro de acero cobra una perspectiva más diaria, a veces indiferente.
Entrevistados en la avenida Internacional, transeúntes y vecinos de esa rúa que corre paralela a la valla, algunos indicaron que cómo es algo que ven todos los días, ya dejaron de tomarlo en cuenta o preocuparse por él.
Abel Jiménez Sánchez, residente de la colonia Burócratas, manifestó: “La verdad ya ni me fijo en el cerco ese de placas; por aquí pasó todos los días cuando voy en el carro al trabajo. Ya no nos fijamos los que vivimos aquí”.
Mencionó que lo que sí le parece mal es que muchos negocios de ambos lados de la frontera lo hayan tomado para colocar toda clase de anuncios, algunos de los cuales están mal pintados y dejan mala impresión a la ciudad.
Otros pobladores comentaron que la valla internacional significa ejercicio físico, eso luego de que a mediados de 2013 el gobierno municipal construyó un corredor peatonal, una ciclovía e instalaciones con aparatos para hacer ejercicio en los espacios paralelos a la frontera.
“Para mí cuando vengo hasta la línea vengo a hacer ejercicio, entonces la línea significa que voy a caminar o correr, quemar algo de grasa. No pienso en nada más”, expresó Margarita Salazar, vecina de la colonia Comercial.
Para quienes no cuentan con documentos para cruzar a Estados Unidos, el muro significa la división existente con sus familiares que viven en territorio arizonense, según comentó Julián Encinas, residente de la colonia Campestre.
Pero no todo es malo, pues esa barrera metálica tiene que ver con la oportunidad de cruzar a la Unión Americana todos los días, para miles de trabajadores transfronterizos que residen en la localidad y laboran en Arizona o California.
A diario, en particular entre noviembre y febrero del año siguiente, cuando se presenta la temporada alta de labor, esos empleados deben ver el muro mientras se dirigen a la aduana, por donde pasan para ganarse la vida en la cosecha de verduras.
Los residentes fronterizos han adoptado el muro de acero como parte de su vida diaria, ante la realidad de que posiblemente sea muy difícil que desaparezca en el corto o mediano plazo.
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