Excélsior. En un café donde el esplendor de antaño anuncia su fin, dos hombres mayores, que de jóvenes fueron amigos, se citan tras 41 años sin verse. Conforme el reloj avanza de las siete de la tarde a las seis de la mañana del día siguiente, la tensión crece palabra tras palabra hasta cuando es casi insoportable no confesar la verdad, una fuerza liberadora para dos personas en decadencia.
La escena es la acción central de la novela El último encuentro de Sándor Márai, novelista, periodista y dramaturgo húngaro, que el director Raúl Quintanilla trae por primera vez al Teatro Juan Ruiz de Alarcón del Centro Cultural Universitario, luego de presentar la obra en Reino Unido y Brasil.
Se trata de la novela más reconocida del escritor –cuyo título original en húngaro es Las velas se consumen hasta el final– que tras permanecer en el olvido durante más de 50 años fue rescatada por la editorial Salamandra a inicios del siglo XXI, y años después Christopher Hampton adaptó para teatro, enfocando la historia en el encuentro de una noche.
“Es una de las grandes temáticas que hay en el universo; se tocan los elementos de la amistad, la pasión, la venganza, el recuerdo. Es la unión, el momento en que dos seres humanos se reúnen porque tienen que intentar decirse la vedad, y se vuelve un gran texto iluminatorio sobre la condición humana que ve en la pasión la finitud de todas sus virtudes, el hombre se vuelve finito cuando encuentra la pasión”, explica el director en entrevista.
Las confesiones de ambos hombre giran en torno a una mujer que en la juventud se cruzó por la vida de los dos; pero más allá del drama amoroso, el relato se enfoca en los valores humanos decadentes que, a decir del director, a pesar de la antigüedad de la novela permanecen vigentes en una sociedad de ética endeble.
“Al fin de cuentas lo que hay detrás de El último encuentro es la necesidad del hombre de enfrentarse ante conceptos fundamentales como la verdad, pues atrás de una verdad que se revela, sólo hay una mentira que se desvanece; atrás de todo acontecimiento humano hay un manejo oculto, un secreto oculto que uno tiene que saber traducir”.
Entonces los dos hombres–interpretados por Sergio Kleiner y Julián Pastor– buscan esa noche escarbar en los depósitos de la verdad sabiendo que al fin de cuentas cuando se toca siempre aparece la sensatez. “Cuando aparece la lucidez uno acaba completamente expuesto y diferente. Un ataque de lucidez es una pequeña muerte de la cual uno resucita con ideas completamente diferentes”.
Para Quintanilla el valor escénico de la novela es el uso de la palabra como artificio para explicar la propia existencia; no sólo la que el narrador expresa al describir acciones o personajes, sino los vocablos de ambos veteranos que dan cuenta de la similitud en las condiciones humanas sin importar distancia temporal o geográfica.
Lo que permitirá al espectador, dice Quintanilla, identificarse con los protagonistas en el sentido de encontrar en sus palabras su pensamiento oculto. Para ello el escenario apela a un minimalismo poético que no interfiere la atención sobre el diálogo el cual hace de guía toda la acción; no hay herramientas tecnológicas más que la plática entre los dos actores.
“La adaptación trabaja no sobre toda la parte literaria del libro, sino que toma del libro la escena fundamental que es cuando dos personas se reúnen esa noche, y lo que hicimos fue cuidar que se mantuviera un ritmo y un tono de calidad teatral para escapar un poco de las descripciones literarias, que son muy bellas en el libro, pero pueden un poco alejarnos del conflicto en la ficción teatral.
“Buscamos apegarnos a la ficción para dejar que la atención se centre en una línea de tensión y donde todos los seres humanos se pueden identificar porque sabemos que todos los hombres tenemos un secreto”.
Al final el relato reflexiona sobre la capacidad del ser humano de correr el riego de fracturar el esquema de su vida en un solo encuentro con el otro, concluye Quintanilla.
No Comments
Comments for La novela ‘El último encuentro’ es llevada al teatro are now closed.