Notimex. El narrador, dramaturgo, periodista y poeta mexicano Eusebio Ruvalcaba (1951) evocó esta tarde aquellos tiempos en los que las cantinas de la Ciudad de México eran “templos del saber y del beber, exclusivos para caballeros”.
“Para quienes andamos a pie por la capital del país, para quienes somos transeúntes cotidianos de esta enorme ciudad, una cantina es un templo que nos da la oportunidad de entrar y hacer un examen de conciencia”, dijo quien ha pasado momentos apacibles y de sobresalto, soledad y compañía, de introspección y remanso en esos sitios alegóricos.
Sobre el momento en que se fusionan las cantinas y la literatura, en un maridaje que ha dado pie para no pocos textos, desde cuentos y fabulillas cortas hasta grandes novelas que se han llevado incluso al cine, Rubalcaba señaló que “esa amalgama se ha dado toda la vida, desde que existen las cantinas, porque ahí hay conflictos”.
En entrevista con Notimex, en el marco del 9° Gran Remate de Libros que tiene lugar en el Auditorio Nacional, el autor de “Música de cortesanas” y “Lo que tú necesitas es una bicicleta” añadió que “donde hay conflicto hay literatura, por eso, a lo largo de mi vida, durante la cual he visto infinidad de conflictos cantineros, he sido inspirado para escribir”.
Hijo del violinista Higinio Ruvalcaba, Eusebio recordó que en una ocasión fue testigo de un pleito a golpes entre dos hombres, lo que le hizo pensar en la posibilidad de escribir un cuento. Corrió a su casa, luego de terminarse el trago que en ese momento tenía en sus manos, y se sentó a escribir, “Luego se publicó y por ahí anda ese cuento mío”.
El autor que a los 40 años ganó el Concurso Literario “Agustín Yáñez” con “Un hilito de sangre” que más tarde fue llevada a la pantalla grande, añadió que en otra ocasión le tocó ver a dos hombres, uno de cada lado de la barra. “Poco a poco fueron acercándose, gritándose grosería y media; al estar frente a frente se dieron un gran beso en la boca”.
Nadie se asustó ni dijo nada, recordó Ruvalcaba, “nada más nos quedamos impresionados viendo como esa pareja se había reconciliado. Ellos dos siguieron tomando y el resto de los parroquianos continuamos con nuestras charlas, otros jugando dominó, algunos comiendo y otros más, simplemente bebiendo a satisfacción”.
Sobre la idea generalizada entre quienes desde siempre han sido amantes de las cantinas, en el sentido de que eran el último reducto para los caballeros, alejados de manera momentánea de las damas, Eusebio Rubalcaba acotó que “el ingreso de las mujeres a las cantinas genera muchos problemas”.
Consideró que una mujer en una mesa de cantina provoca que más hombres la traten de seducir y quedar bien con ella. “Antes eso no existía, éramos sólo cuatro hombres, cuatro animales alrededor de una mesa; con las mujeres todo eso se echó a perder. Ahora ni malas palabras ni otras expresiones que si bien no son malas, pueden ofenderlas”.
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