Notimex. Desde la época prehispánica, el peregrinaje se ha arraigado en las costumbres del pueblo mexicano, además de que es una de las expresiones más visibles de la religión Católica en diversos puntos del país.
Durante este periodo de Semana Santa, uno de los santuarios más visitados por peregrinos es el del “Señor de Chalma”, enclavado en la pendiente de la barranca de Ocuilan, a 10 kilómetros del sitio arqueológico de Malinalco.
“Chalmita” es considerado un lugar milagroso desde el siglo XVI, y de acuerdo con la Secretaría de Turismo del Estado de México, la imagen del Cristo Negro que se venera en el lugar fue llevada por frailes agustinos para atenuar el culto al Dios Oztoctéotl, venerado por los indígenas.
Aunque la anterior es una de las versiones, porque los pobladores creen que los frailes Sebastián de Tolentino y Nicolás Perea, al evangelizar la región de Malinalco y Ocuilán, se enteraron de la existencia de una cueva en la que se ofrecían sacrificios humanos a un dios pagano.
Conducidos por los pobladores, los frailes agustinos destruyeron la imagen del ídolo y, al regresar al tercer día, encontraron la del Cristo Negro que se venera hasta ahora.
Desde ese entonces y hasta la fecha, miles de personas caminan durante días y noches con cristos a cuestas, como señal de agradecimiento o para pedir algún milagro.
Antes de llegar al templo, de manera tradicional, los peregrinos pasan por un árbol de Ahuehuete del que brota un manantial, y cuyas aguas son consideradas milagrosas.
A partir de este punto, a cinco kilómetros de Chalma, las personas que visitan por primera vez la imagen tienen que portar una corona de flores, mientras que otros adquieren coronas de espinas que colocan en su cabeza como símbolo de penitencia.
Una vez en el atrio, después de refrescarse en el manantial, los peregrinos acostumbran bailar al ritmo de las bandas o mariachis que regularmente los acompañan.
De esta manera, “ni yendo a bailar a Chalma” se ha convertido en un dicho popular cuando se afirma que no se alcanzará algún propósito o cuando se tiene un problema complicado de difícil resolución.
“Chalmita” conserva su estilo neoclásico, está conformado por el templo y exconvento, construidos en el siglo XVII, así como por un altar mayor de madera policromada y de estilo plateresco.
Según las leyendas del lugar, los visitantes tienen que ir convencidos de que ocurrirá un milagro, porque de lo contrario “se pueden lastimar” durante el viaje.
Además, recomiendan no hacer caso a las voces que pretenden distraerlos durante el camino y no ver a directamente a las “brujas” que se presentan en forma de bolas de fuego en las serranías.
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