Notimex. Los balcones coloniales y republicanos de la ciudad amurallada de Cartagena son un verdadero atractivo para los turistas que fijan su mirada para contemplar estas joyas en todos los rincones, haciendo parte de esa magia de amores escondidos en amaneceres y atardeceres maravillosos.
Balcones que están acompañados de la eterna humedad de su clima y la imborrable sonrisa de su gente que el nobel Gabriel García Márquez (Gabo) dejó impresos en obras como “El amor en tiempos de cólera” y “Del amor y otros demonios”.
Esta ciudad encantada fue fundada hace 482 años con una arquitectura influenciada de España -especialmente de la región de Andalucía- que a su vez tiene una fuerte tendencia árabe.
El centro histórico de Cartagena con sus hermosas e imponentes murallas, luce florido con balcones de madera y en cemento con diferentes diseños en colores fuertes del trópico como los tonos mostaza, verdes, azules, vinotintos, ocres y amarillos.
En este espacio de calles cementadas unas, empedradas y adoquinadas otras, hay balcones de todo tipo: amplios, altos, bajos, pequeños, largos y robustos, embellecidos con campanillas, trinitarias, jazmines, geranios, azahares, buganvillas y diferentes plantas que a veces intentan cruzar la calle y entrelazarse, pero todos igualmente hermosos, algunos adornados por la suave luz de los faroles.
Destacándose no solo los balcones coloniales, sino aquellos que se construyeron con la llegada entre 1800 y 1900 de la época republicana, donde se destacan los detalles de los bolillos de madera de las barandas y los bien trabajados balaustres de cemento.
Estos balcones son realmente una obra de arte que convierten a la Cartagena histórica en una ciudad romántica que el turista no puede dejar de admirar, mientras camina por sus estrechas calles.
Los balcones eran ayer y son hoy una solución para refrescar el cuerpo ante una temperatura de 28 grados centígrados, pero que en las horas del mediodía cuando los rayos de sol caen sobre la ciudad, puede llegar a 30 y 32 grados centígrados, con una humedad que va entre 78 y 85 por ciento, dependiendo la época del año.
Aunque los balcones eran sinónimo de una clase social de gran estirpe, con el tiempo se convirtieron en un asunto ambiental, porque su cubierta permitía el paso del viento marino para que circulara en sus espacios interiores, y se convirtieron en aleros de las casas que servían como protección de los rayos del sol.
Los balcones que adornan la mayoría de las viejas casonas son el principal atractivo de la ciudad, además de la ya fascinante arquitectura de Cartagena que sirve de musa a cineastas, poetas, escultores, artistas y escritores.
Hoy muchas de esas casonas restauradas con sus imponentes balcones están convertidas en lujosos hoteles boutique, que le cobran más importancia internacional al casco histórico de Cartagena Antigua.
Cuando se llega a Colombia, la cita infaltable es con Cartagena, donde turistas nacionales y extranjeros se rinden ante los encantos de sus murallas, sus fuertes, su historia, sus calles y por supuesto, sus imponentes balcones.
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