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Han pasado más de tres décadas de que iniciaron los rumores sobre una organización de extrema derecha que buscaba involucrarse en la vida política del país para el establecimiento del reino de Dios en la tierra o la defensa de la religión católica a nivel nacional. Esta organización conocida como el Yunque, ha sido popularmente tachada por los medios de comunicación de radical o extremista, sin intención alguna de explayar sus conocimientos sobre cuáles eran las principales causas que la originaron o los elementos básicos para realizar un análisis de ésta.
Tras la declaración de combate frontal de morenovallistas contra “yunquistas”, la lucha a nivel interno de Acción Nacional empieza a tornarse un tema ordinario que permanece envuelto en una maraña de traiciones o bagatelas de las que los ciudadanos poco quieren o necesitan saber. Las recriminaciones hacia el Yunque por parte de los panistas prematuros, dan evidencia de su incapacidad de llegar a acuerdos y proponer un plan político de acción más eficiente que garantice el desarrollo de la sociedad mexicana.
Para muchos el Yunque es un tema anticuado que dejó de ser importante desde hace varios años, pero que fue retomado tras llegada de los priistas al PAN en Puebla como justificante de su conquista. Si analizamos con detenimiento las confrontaciones entre panistas durante los últimos tres años, notaremos un conflicto previamente planeado con la intención de desequilibrar el funcionamiento del blanquiazul a nivel local. Desafortunadamente, las ambiciones políticas superaron a los líderes del partido, porque en poco tiempo fueron cediendo lugares para posicionarse individualmente sin preocuparse en los resultados electorales.
Las consecuencias del individualismo, generan confusión en la sociedad puesto que no sólo la oposición parece perdida o desinteresada de evolucionar a un verdadero ente de participación ciudadana, sino que la guerra entre los miembros activos del PAN se manifiesta como un plan orquestado desde el PRI para lograr un quiebre. Es en este panorama donde aún hoy se mantiene la discusión de ese misterioso grupo de ultraderecha, por lo que sigue siendo complicado para los electores saber por qué o por quién votan en los comicios.
En las elecciones del 7 de junio la catástrofe fue evidente y los indicios de una muerte anunciada son más notorios con el paso del tiempo. Ni Micalco o Rodríguez Regordosa colaboran con el desarrollo democrático del sistema político en Puebla, sus liderazgos se oponen a la llegada de nuevo capital social al partido, impidiendo la renovación de sus filas tan necesaria en la actualidad.
Acción Nacional es el espíritu político de una causa histórica de transformación social, porque de aquel todo sólo quedan restos que hoy sufren una metamorfosis. Esperemos que en los próximos meses el PAN logre reestructurarse, ya que un sistema de partidos no puede funcionar con la hegemonía de uno solo. Los mecanismos de nuestra democracia funcionan adecuadamente si existen propuestas o alternativas políticas para los ciudadanos y es ahí donde nos hemos estancado por los intereses políticos, la pérdida de valores o la falta de liderazgos con calidad humana que no sólo se preocupen por ambiciones económicas.
Son estas figuras, las que tienen la obligación de olvidarse del juego mediático y comenzar a cumplir con el trabajo confiado por las personas. Los ciudadanos están hartos o ni siquiera entienden lo que es el Yunque, así que invito a pensar, dialogar y borrar de la agenda esas temáticas de antaño que deberían estar sepultadas en la memoria, para que de esta manera planteemos una nueva meta que contribuya a la consolidación democrática.
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